Capítulo 26.

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Importante:no se vayan sin leer la nota final, por favor.

Ahora sí, disfruta la lectura💕

Una cita en Time Square

Isabella.

Podía recordar con facilidad lo que estaba pasando hace poco tiempo, recién me mudaba sola, era independiente, por fin. Era un Eclipse en mi vida y se sentía tan bien que ni me lo podía creer.
No me duró mucho tiempo, porque al instante caí en cuenta en los líos en que me había metido.

El ambiente se sentía muy pesado, era como si ninguno de los dos tuviera las palabras adecuadas para expresar lo que sentíamos o el fastidio que toda esta situación estaba causando entre nosotros. Me limitaba a ver los dedos ansiosos de Mitchell, pensando que debe estar pasando por su cabeza, ahora que las cosas se salieron de control. Nadie se esperaba esto.
Sintió mi mirada y simplemente tomó mi mano sin decir nada, se mantuvo con la mirada seria.
Al parecer eso le ayudaba a calmarse, mi tacto.

Estábamos regresando a la casa de Mitchell, uno de sus guardaespaldas que se quedó aquí en Nueva York no tardó nada en buscarnos para llevarnos a salvo.
Ambos ansiosos, esperando poder encontrar a Nisha.
Alessandro minutos antes de subir al avión había informado que iba a buscar una manera de solucionar todo, pero las cosas iban a funcionar si Mitchell hacía lo demás.

Entramos a la residencia, un poco cansados bajamos del auto y el guardaespaldas estaba por detrás cargando nuestras pocas maletas.
Al dar un paso dentro de la casa sentí el ambiente fresco que salía de el aire acondicionado, y el olor a lavanda era exquisito que hasta por un momento me hizo tener paz.
Paz que no duró tanto porque en ese mismo instante crucé mirada con una persona. El hombre que en algún momento había stalkeado por Google estaba ahí, en la gran sala, sentado con un vaso de Whisky en las manos y varios hombres con trajes negro que cuidaban su espalda.

El famosísimo y aterrador Antonio O'Sullivan.

Era aún más aterrador que en las fotos, sus inquietantes y grandes ojos azules era como si pudiera verte mas allá de lo que tú sabías que existía en ti.
Sobre sus ojos una gran cantidad espesa de cejas que enmarcaba su rostro de tal forma que solo producía una emoción, sarcasmo.
Sus labios eran una línea recta, húmedos por el contacto del Whisky, pero en cuanto vio a Mitchell detrás de mí, sonrió como si hubiera visto a la persona más rica de este mundo.

—¡Hijo! ¿Qué tal Los Angeles? Veo que te fuiste con una linda señorita —soltó con un tono pícaro y al instante se levantó para tomar mi mano y plantar un beso en mis nudillos—. Oh, que irrespetuoso de mi parte, soy Antonio, el padre de Mitchell.

Mitchell de inmediato se puso alerta a lo que hacía su padre, en un momento vi sus ojos, tenía un vacío y a la vez ese tremendo desconcierto que compartíamos en estos instantes.

En lo personal, estaba aterrada y sabía que él también.

—¿Qué haces aquí? —pregunto Mitchell casi escupiendo sus palabras.

Mi pregunta era, ¿cómo logró entrar aquí sin haber formado un alboroto? quiero decir, esta es una residencia en donde viven personas con dinero y la seguridad es demasiado estricta que ni una mosca es capaz de entrar.

—¿No puedo venir a visitarte? Además vine a reclamarte por dejar a tu hermana menor sola, algo le pudo haber pasado ¿no? —sentía su claro cinismo en cada palabra.

Antonio aún me tenía la mano sujetada y con eso aprovecho en llevarme a la sala y de alguna manera me obligó a sentarme en el sillón.
Mitchell no lo dudo, a penas yo me senté, agarró a su padre del cuello de la camisa y lo levantó sin casi hacer esfuerzo alguno. Los hombres al ver esta escena no dudaron en apuntar a Mitchell con sus armas que habían sacado tan solo segundos antes.

El Camino A Mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora