Capítulo 5: Ya es hora

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Después del incidente en casa de mi tía, no he sido la misma por las simples razones de volver a ver a mi padre al cual no quería ver más en mi vida.

Mi tía había echado a mi papá de la casa y no había vuelto según ella, pero yo se que si lo hizo, como sea, estoy aquí en su casa comiendo como siempre, cuando tenga a mi bebé estaré gorda como una vaca.

De pronto sentí un golpecito en mi barriga, no podía ser una patadita, porque el golpecito fue un poco fuerte, puse mi mano en mi barriga y le di suaves caricias y de nuevo senti un golpecito pero esta vez fue mucho más fuerte. Hice una mueca.

— ¿Estas bien Adriana?—

— No, me duele.— Dije y era cierto, el dolor se hacia cada vez mas fuerte.

— Oh dios mio.— Dijo mi tía mirando hacia abajo en el sofá donde había un gran charco de agua debajo  mi... "No me hice pipí oh si".

— Debemos llevarte a un hospital.— Dijo y me ayudo a levantarme

— Voy a ir al auto.— Dije y empezar a respirar como mi tía me había enseñado y camine lentamente al auto, entre y cerré la puerta, mi tía entro minutos después con su bolso y condujo rápidamente al hospital.

Estaba feliz, por fin voy a tener a mi bebé, después de meses de espera ya e hora y no voy a mentir me sentía verdaderamente asustada y un poco nerviosa porque por lo que me a contado mi tía me dolerá y mucho según ella y le creo. Ella tuvo un hijo que murió cuando tenia tres años porque se ahogó en una piscina, fue un día triste para todos y sobre todo para ella.

Finalmente llegamos al hospital y una enfermera me sentó en una silla de ruedas y me llevó a una habitación en la cual me acostaron en una camilla, las enfermeras con ayuda de mi tía me pusieron una bata azul y me conectaron un dieron en el brazo izquierdo. El doctor entro a la habitación.

— Bien Adriana ¿Como te sientes?— Me pregunto el doctor ganándose una mala mirada de mi parte.

— ¿Usted como cree?— Dije enojada y el asintió con la cabeza.

— Bien, voy a revisarte.— Se puso entre mis piernas que fue lo más incómodo del mundo.

— ¿Vas a querer que te pongan epidural? — Me pregunto una enfermera, mire a mi tía la cual asistió.

— Esta bien, vuelvo en un segundo.— Salio por la puerta y entro un minuto después.

Me puso una vacuna en mi espalda baja y volvió a acostarme.

— Ya es hora.— Dijo el doctor y en ese momento supe que mi bebé por fin vendría y estaría con migo.

(*)

Pasaron cuatro horas, cuatro horas de dolor, cuatro horas de desesperación y cuatro horas que valieron la pena cuando escuche el llanto de mi hija... Fue lo mejor que había escuchado y llore, llore de felicidad por sabes de que por fin ella estaría aquí conmigo: Kelsey Gallaguer, mi hija.

(*)

Ya ha pasado una hora después del nacimiento de kelsey, es tan linda, tan pequeña, tan frágil y tan parecida su padre, casi mente no se parece a mi, solo el cabello y la nariz, pero de el saco casi todo y lo mas maravilloso sus grades ojos azules queme miraban fijamente que fue una de las primeras cosas que ame de ella. Ahora estaba en mis brazos mientras yo la miraba, no podía dejar de hacerlo, eran tan linda que era casi irreal.

— Se parece mucho a el.— Dijo mi tía.

— Lo se.— Dije en voz baja ya que kelsey estaba dormida.

— Voy por un café ¿Quieres algo?—

— No, estoy bien.— Mi tía salio por la puerta y la cerro.

Yo mire a un punto fijo en la pared, puse a kelsey en la incubadora y me puse a pensar como hubiera sido este día si mis padres estuvieran aquí pero no voy a entristecerme hoy.

De repente la puerta se abrió la puerta y por ella entro: Alex Gallaguer.

— ¿Que haces aquí? ¿ No te había dicho que te alejaras de mi?— Dije roja de la furia.

— Quiero verla.— Dijo con voz firme como siempre.

— No lárgate.—

— Es mi hija y tengo derecho.—

— No me importa lo que digas solo vete.— Dije pero el no me hizo caso y camino hacia la incubadora y miro, en su mirada podía ver ternura y no se que más porque no pude descifrarlo.

— Alex, por favor te lo ruego, déjala tranquila.—

— No se a que le temes y no se por que te pones a la defensiva yo no le estoy haciendo nada y además ella es mi hija y no puedes hacer nada por impedirlo.— Dijo y siguió mirándola y no lo culpo ella era tan admirable que no se podía dejar de mirarla.

— Mañana iré por ti a tu departamento.— Dijo y camino hacia la puerta sin esperar respuesta de mi parte.

Y hay va el chico del cual me enamoré y al cual sigo amando.


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