La peor semana de mi vida

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Desde ese día toda mi vida había cambiado para siempre, aunque todavía no sabia porque.
Esa semana fue horrible, no dejaba de sentirme mal, me sentía débil, le había perdido gusto a la comida, hasta el agua parecía tener otro sabor.
Todos mis sentidos parecían estar alterados: tenía un olfato afilado, podía escuchar sonidos que antes me eran indiferentes y la visión era ambigua, por un lado parecía más exacta pero por el otro, cada vez que me veía en el espejo, veía mi reflejo difuminado.

Asi y todo lo peor no eran los mareos, los dolores de cabeza ni la perdida total de hambre, lo peor era el sol.
Durante toda esa semana, ir a trabajar, salir a comprar cosas o moverme bajo el sol era una gigantesca pesadilla, cada vez que salía a la calle la piel me ardía, por no mencionar el sueño fatal que tenía durante esas horas, sueño que perdía de inmediato en cuanto llegaba la noche.Parecía ser que la noche no era tan difícil de vivir como el día; cada vez que se ponía el sol yo recuperaba un poco de vitalidad, me sentía mejor, enérgico,por así decirlo.

Había ido al médico preocupado, Francisco y yo no habíamos sido cuidadosos y para ser honesto me temía lo peor; sin embargo los estudios que me hicieron solo decían que tenía una carencia enorme de vitamina D.
me habían recetado dichas vitaminas pero mi estado empeoraba cada vez más, me sentía un muerto en vida, con hambre de algo que no lograba saciar.

Esperé pacientemente al sábado siguiente convencido de encontrarlo de nuevo en aquel bar, tenía que hablar con él urgente;En cuanto el sol se puso, decidí tomar cartas en el asunto.

Tomé un taxi y fui hasta el bar dónde nos habíamos conocido, tenía que exigirle una explicación aunque me daba mucho miedo, no quería realmente enterarme de la enfermedad que claramente me habia metido en el cuerpo, pero era necesario, tenía que saber lo que me estaba pasando.

El bar estaba vacío pero empezó a llenarse rápido, sin embargo no habían rastros de él.
Las horas pasaban y yo ya estaba asqueado de los olores que ahora podía sentir: sudor, perfumes, alcohol...
Y hablando de alcohol, tomar una sola gota me era imposible, nada parecía apetecible para mí.

Casi llegando a la madrugada decidí dar una última vuelta por el lugar intentando encontrarlo y fue entonces cuando volví a verlo.

Estaba entre un montón de gente, apoyado contra una pared; un tipo le estaba hablando al oído y yo conocía esas intenciones, y no iba a permitir que volviera a hacerlo, por lo que sin pensarlo, los increpe.

-¡flaco, no le hables!-grité acercándome

Los dos me miraron sorprendidos por la intromisión

-¿eh?

-¡no le hables ni lo toques, te va a...-¿a qué? no podía aún entender lo que me había hecho a mi, asi que intenté ser lo más claro posible

-Esteban-interrumpió él, poniéndose en medio del tipo y yo

-¡te va a morder!-grité viendo como la cara del tipo se convertía en un gran gesto de burla

-como pega la droga, che...

-disculpame, voy a hablar con él-le dijo Francisco y tomandome la mano, me llevó hasta el baño.

Cuándo estuvimos allí cerró la puerta y se apoyó en la mesada de piletas.
parecía tranquilo y más relajado

-hola-me dijo sonriendo

-¡¿que me saludas?! ¡me vas a explicar ya mismo lo que me hiciste! desde que te fuiste tengo...tengo...¡¿que tengo?!

Me sentía tan alterado y enojado que rozaba la histeria

-un problema de ira, deja de gritar por favor

Vampi: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Where stories live. Discover now