Ginebra barata

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La primera vez que lo vi no sentí nada de lo que se supone que uno debe sentir, no hubo mariposas, ni nervios; no hubo un coro de ángeles coreando a mis oídos, el mundo no se detuvo entre él y yo, no fue un antes y un después.
Lo que yo sentí la primera vez que lo vi se puede describir como estar muerto, sin estarlo; fue como estar corriendo por una playa desierta y ser alcanzado por un rayo potente, de esos capaces de matar, solo que no te mata, te deja vivo para recordar que alguna vez te alcanzó un rayo y viviste para contarlo porque esa es la única cosa más o menos interesante que te pudo haber pasado en tu más que patética y rutinaria vida.

Yo estaba sentado en ese bar, el mismo bar, la misma barra, tomando la misma ginebra barata, fumando el mismo cigarrillo, pensando las mismas cosas, y entonces lo vi.

Tuve que haber sabido que él ya me había visto, él siempre estuvo un paso más adelante.

Pensé en hablarle, hice miles de combinaciones de palabras, "hola, sos lindo" "hola, me llamo, Esteban ¿y vos?" "hola" tan solo un hola capaz hubiese bastado; pero no hizo falta, porque él me estaba mirando,me tenía en la mira, y me había elegido.

Lo vi acercarse, era tan delgado que pasaba desapercibido al ojo común,pasaba entre la gente como un fantasma.
Se sentó justo al lado mío y entonces hizo algo que marcaría el resto de mi vida: abrió la boca.

Yo perdí la cabeza por esa boca, por esos labios desesperantes que parecía imposible que fuesen de hombre, pero así era, él era un hombre, que de común no tenía nada.

Le pidió fuego a otro que estaba a su lado y yo me sentí fatal, casi literalmente, sentí que me consumía por dentro, quizás no me había estado mirando a mi, después de todo.

Con el pucho entre los labios recibió el fuego deseado y de pronto el otro tipo dejó de existir, toda su atención fue mía de nuevo.
tendría yo que haber sabido, entonces, que el hecho de sentirme vivo solo por tener esos profundos ojos verdes encima mio era algo peligroso.
pero no lo supe.

-¿tan lindo y tan solo?-me preguntó y a mí me sorprendió su despreocupación, estábamos en un bar de mierda y a él no le importaba meterse en problemas.

evidentemente a mi tampoco.

-estoy con vos ¿no?

Sonrió, tenía una sonrisa discreta pero brillante que lo volvía mucho más joven, la verdad es que no tendría más de veinte años pero cuándo sonreía parecía de doce.

-¿y yo quién soy?-me preguntó frunciendo levemente el ceño, inocente y juguetón, cómo si intentara evitar reírse

-eso me lo tenes que decir vos-le respondí apoyando los codos en la barra pegajosa, necesitaba fingir que no estaba temblando

dio una calada al cigarrillo mirando al frente y volvió a mirarme a los ojos.

-soy quién vos quieras que sea, pero si necesitas un nombre me podes decir Francisco

-Fran-le dije intentando ser amistoso

-no-dijo con una seriedad incómoda-Francisco

-Francisco-repetí-soy Esteban

Fue allí cuando vi su piel de cerca por primera vez.
era tan blanca que parecía realmente un papel, un papel raro, opaco.
se suele decir que la gente muy blanca es transparente, se le pueden notar las venas; pero a Francisco no se le podían ver, tenía un tono de piel tan espeso como parejo e impermeable.

Decidí dejar de mirarlo como un depravado y enfocarme en mi vaso, no tenía chances con él, lo sabía, era demasiado lindo,demasiado joven, demasiado...no lo sabía, pero para mí no estaba en mis posibilidades.

-¿para que me llamaste si no me vas a hablar?-me preguntó rompiendo mi silencio interno

-yo no te llamé-le dije casi como una pregunta, ¿lo había hecho? quizás estaba tan borracho...

-de alguna manera-dijo él tomando mi vaso. lo vi beber de él como hipnotizado,como en cámara lenta. venia como sus labios se mojaban lento y podía notar el líquido bajando por su garganta-vamos a tu caso-agregó dejando el vaso en la barra

-¿querés...

sus ojos profundamente verdes se apoyaron en los mios con una pesadez casi somnolienta pero tierna a la vez. Se acercó hasta mi cuello, le dio un beso corto para luego ir a mi oreja y susurrarme al odio

-me tenes que invitar-dijo en una voz muy baja, aunque parecía realmente hablarle a mi cabeza-no puedo entrar si no

-¿que...

-y antes del amanecer me tengo que ir

-¿por?

-por el sol-dijo sonriendo como si fuera lo más obvio del mundo

-me gusta tu sonrisa-le dije atontado-y tu piel-agregué acariciandole el brazo. estaba muy frío

-solo tenes que decir...

-vamos a mi casa-le dije, rendido

Esa noche invité a Francisco, a Fran, mi Fran, a entrar a mi casa, y también a mi vida.

Vampi: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz