Capítulo VI

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Jueves, 25 de febrero de 2016

Había culminado ya la clase del profesor Juan; ya eran más de las 7 pm. Se rumoreaba que luego venía a dar la clase nuestra psicóloga. La profesora ingresó dando un saludo de presentación y nos indicó las pautas para realizar un test que indicaría cuál era nuestra personalidad. Fueron muchas preguntas y al final invitó a que algún voluntario dijera la cantidad de sus respuestas. Traté de levantar la mano para hablar, pero de inmediato me detuve al oír tu voz; noté tu interés. Por supuesto, yo también lo estaba. Dictaste los puntajes y me causó curiosidad darme cuenta de por qué los resultados eran tan parecidos. Tu puntaje era: E= 18, N=4 y L=3; la única diferencia respecto a mi puntaje era que en la letra "E" yo obtuve 17. No, no memoricé los números. Lo apunté en una hoja para no olvidarme. No podía creer que fuéramos tan parecidos; comprendí que un líder por naturaleza tiene el tipo de personalidad "sanguíneo". Sin embargo, tenía que averiguar más al respecto; no estaba contento con eso.

Al día siguiente, camino a casa, me encontré con la psicóloga de nuestra academia. La saludé atentamente y comencé a contarle acerca de lo que había venido haciendo en los últimos años; me escuchó de muy buena gana e incluso dijo conocer a alguien que había estado estudiando la carrera a la que quiero ingresar.

– Véase: [Anexo III] –

En el transcurso de la conversación, le conté a la psicóloga sobre los detalles que te estaba haciendo de manera anónima a través de Ana y también de la incertidumbre que tenía acerca de saber si estaba haciendo bien en realizar todo eso. Expliqué además que mi prioridad en ese momento era ingresar a la universidad y no era mi deseo perjudicar tus estudios. Ella concordó conmigo; recuerdo haberla oído decir que quizá tú también, por ahora, no deseabas tener una relación. Le pregunté también por el tipo de personalidad (en realidad esa era la pregunta por la que me acerqué a consultarle), específicamente cuestioné que ventajas o desventajas existían si dos personas tenían la misma personalidad. Contestó que era muy beneficioso porque se comprenderían más o incluso compartirían muchas cosas más juntos y se ayudarían mutuamente. Me despedí de la psicóloga luego de una intensa conversación que disfruté mucho y también con respuesta que me permitieron reflexionar un poco sobre mi futuro y lo que tenía que hacer, así como también logré entender por qué me fascinaba tanto tu personalidad y era tan difícil encontrar a alguien como tú.

Rompecabezas de un amor adolescenteWhere stories live. Discover now