beautiful mess

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Tengo planeada esta saga en el que le doy un trasfondo a cada personaje y, a su vez, darles una reinvención mía. Por ejemplo; en mi reescritura de Freddy es literalmente una fusión con Fred, pero, al mismo tiempo, es una metáfora de su pasado, puesto que...

──¿Y si Freddy sufre de estrés agudo episódico, y Fred no es más que una metáfora de su condición?

El titulo que le puse me hace acordarme de una canción que escuchaba hace años... Ella dice beautiful~

Título: You're a beautiful mess
(Eres un hermoso desastre)
Ship: Freddaggie   (Freddy x Maggie)
Clichés utilizados: la chica que se cae y el chico post-amante aparece para salvarla y siempre guapa sin maquillaje


Inhala profundamente, tal como lo indica ese viejo libro de técnicas de meditación que le recomendó su psicóloga. Era la primera vez que lo hacía por cuenta propia, sin nadie que lo guíe, y no pudo evitar fallar estrepitosamente. Con una mueca de fastidio y profunda indignación, hurga en su mochila aquel maldito frasco de ansiolíticos que terminaron siendo su más grande salvación. Se mete en la boca dos de aquellos sedantes fármacos y, antes de que se los trague, saca también su termo lleno de té verde. Las palabras de la sesión reciente resonaban en su psique, a modo de un mantra en una voz robótica: «Reconozca las cosas que no puede cambiar. Aceptar que no puede cambiar ciertas cosas le permite dejarlas ir y no alterarse. Puede buscar maneras de relajarse en el trayecto, como escuchar un podcast o un audiolibro». Soltó un suspiro cargado de hastío, como si pretender lidiar con ello fuera fácil. Aún contemplaba con rencor y odio su antiguo ser. Solo quería poder olvidarse de todo, todo lo que conllevaba haber sido Fred... Sus labios y ceño se fruncieron, en un amargo rictus.

Y como si de un ente con vida propia se tratará, los recuerdos se le amontonaban, poseyendolo cual marioneta, de forma imprevista, y sin que pueda evitarlo.

Lo recordaba... ese chiquillo cobarde y miedoso que aún podía verlo enfrente, y que se vió obligado a aceptar. Luego, la silueta de su yo del bachillerato se plantó ante él, con socarronería y narcisismo pintada en sus morenas facciones. Aquel hombre de su pasado tenía la fama de ser un sujeto cruel, molesto y una parasitaria presencia que solo se aprovechaba de aquello que consideraba inferiores. Era un hombre oscuro. Todo en él lo era: sus ojos, sus cabellos; de un ébano profundo, como las alas de un cuervo, cómo el insondable vacío de un agujero negro, o una noche desnuda y solitaria que se hallaba impregnada de una impenetrable penumbra. Más el tono de su piel difería en toda esa negrura –pues tampoco era tan oscura–. Pero su alma, estaba muy seguro de sí, su alma debía ser tan negra como toda la miseria y falta de autocontrol que lo conformaba.

Una mueca desdeñosa se dibujó al verlos difuminarse dentro de los parámetros de su mente. Las manos se le encogieron en puños por la rabia in crescendo que se hervía dentro. Él las miró, aún sostenía con firmeza el termo y frasco, que estaban quedando reducidas en su visión debido a la masa de su piel que ejercía presión.

La voz monótona se hizo oír en aquella frustración que se hundía. «Cambie su perspectiva –la escuchaba decir–, intente desarrollar una actitud más positiva ante los desafíos. Ir reemplazando los pensamientos negativos con positivos. Por ejemplo, en lugar de pensar, "¿por qué siempre todo sale mal?", cambie esa idea por, "puedo encontrar una manera de superar esto" –por alguna razón, se iba cambiando el tono, e imponiéndose la voz de su amiga, Charlotte–. Puede parecer difícil o tonto en un principio, pero podría descubrir que esto le ayuda a dar un giro a su perspectiva. Prohibido hablar negativamente de ti, y si alguna vez se te escapa una frase autodestructiva al instante hay que contrarrestarlo dedicándote un halago»

Sin intenciones hechas adrede, se fue sumergiéndose en tal ensimismamiento que no dió aviso que chocó contra alguien. Fue algo sorpresivo que no pudo agarrarse de algo, terminó cayendo de espaldas. Y un dolor agudo en sus partes traseras──. Hijo de la... ─escupió furioso por la amargura que aquello le producía. Abrió los ojos, en busca del causante de su caída, más dándose cuenta que parte del contenido tanto de la infusión y sus medicamentos se encontraban dispersos, y topándose con unas botas stradivarius negras con cordones. Fue elevando su vista, hasta tener una visión más amplia de la figura ante él.

Portando unos jeans oscuros, de cintura alta, que combinaba con una camiseta de Heavy Metal. Hasta ese punto comenzó a deducir la altura de la desconocida, pareciendole alta. Se detuvo momentáneamente para contemplar unos labios relucientes y carnosos, coloreados de un tono oscuro, que, recordando el gusto por el maquillaje de su única amiga mujer, lo distinguió como el tono de nombre "Devil's Food Cake" (lo sabía, y podía reparar en esos detalles futiles, gracias a todas aquellas sesiones en las que Charlie lo utilizaba como maniquí de pruebas, según ella porque tenía un cutis perfecto y unos envidiables labios gruesos). Siguió subiendo hasta tener un panorama completo de su rostro, que en un principio, a parte del labial "butter gloss", pensó que relucía una cutis brillante y sin ninguna perfección. Una cara lo suficientemente bonita que no le hacía falta corregirla.

Se rectifico de su error cuando notó que traía puesto una base Maybelline, matte y sin poros, junto con un corrector de marca NARS pigmentada de crema. Obviamente, conocimientos infundados por su más cercana confidente (tantas horas haciendo de su modelito le costaron factura). La mirada de rosas oscuras de la joven se clavó en los ojos azules de ese joven enclenque y de vista perdida de dieciocho años. Interrumpiendolo de sus quejumbrosas y descriptivas cavilaciones.

Las mejillas se le empezaron a enrojecer al notar la situación en la que se hallaba, así que se despegó de su conexión visual para recoger del suelo sus barbitúricos desparramados. Todo bajo los focos de aquella rosácea e inefable mirada.

Cuando una mano ajena se interpuso en su camino de recoger su mochila, la voz de la muchacha murmuró cerca de él──. Hey, que buen gusto tienes en cómics ─le señaló con el mentón la serie de cómics de back to the future, Friday the 13th y Terminator que hace un rato se las compró y ahora sobresalían expuestas. El calor en su rostro no menguaba, al contrario, se acaloraba cada vez más con cada interacción de esa pelirrosa. Y, cuando terminó de ayudarle a recoger sus cosas, le dedicó un guiño de despedida que logró sonsacarle una leve sonrisa que le alegró el día. Más el combo de unas frenéticas palpitaciones que repercutían sonoramente en su pecho.

FHS: THE SHADOWSWhere stories live. Discover now