30- Trauma

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Roke

Presente.

Ha pasado una semana y aun no me lo creo. Mi celular vibra en mis manos y cuando lo veo, comienzo a llorar. Estoy tan perdida, realmente no sé qué hacer.

– Hija...

¡Dios! Dame un respiro.

Cierro los ojos, me limpio las lagrimas y lo vuelvo a ver.

— ¿Lista?– pregunta con rostro serio. Nunca estaré lista, pero es lo mejor.

Asiento. Tomo mi maleta, miro alrededor y las últimas lágrimas terminan de caer. Se acabó.

Dos semanas antes...

Me despedí de Zion con un mal presentimiento hace una semana. Nos besamos hasta tener nuestros labios hinchados. Leani también está preocupada.

— Mi niña, necesito salir ¿Quieres venir conmigo?— preguntó Leani. Es raro, ella casi no sale pero niego con la cabeza. No tengo estómago para salir, Zion no me contó que haría con Edmund y Anna, pero presiento que no es algo bueno.

— No. No me siento bien, tomaré una siesta—. Ella me mira y suspira, luego toma mi mano y sonríe.

— Estará bien cariño, Zion sabe cuidarse.

Lo dudo.

Asiento.

Estoy por subir los escalones, cuando suena el timbre de la puerta principal. Con cansancio mental por tanto pensar en Zion, decido no atender. Llego a mi habitación, reviso mi celular, no hay mensajes de mi Zion, se ha ido hace cuatro días, no me dice que esta haciendo y odio que me deje en la oscuridad.

Me siento tan cansada, me duele el cuerpo, creo que me voy a enfermar. Me quito los zapatos y me meto a la cama, cierro los ojos y me sumerjo en la oscuridad.

Siento que algo se hunde, comienzo a despertar del sueño, entonces siento que mi cuello se aprieta. Abro los ojos de golpe y.... NO.

Ciao... dice, mi cuerpo se entumece, el terror recorre mi cuerpo, comienzo a luchar con todo lo que tengo.

El monstruo está aquí, en mi habitación, en mi casa. ¿Cómo entró? ¿Donde está Leani? Trato de gritar pero no puedo, su agarre es demasiado fuerte. Pataleo y  aruño su asquerosa cara.

— ¡TRANQUILA! MALDITA ZORRA!– grita en un inglés muy malo. Me da un golpe en el rostro, me levanta de la cama  y me jala del cabello. Mis ojos se hinchan con dolor y terror.

No eres la misma. ¡Lucha!

— Suel... tame — gimo. El sonríe asquerosamente. Luego hace lo peor que puede hacer, lleva su mano a mi entrepierna y aprieta ahí. Cierro los ojos y los recuerdos viejos regresan, la degradación y la humillación junta. Cierro las piernas y solo hago que se apriete más. No puedo contener las lágrimas, solo puedo pensar en Zion.

– ¡Eres tan estupida! ¿Creíste que te librarias de mi? Eres un pedazo de mierda. Por tu culpa, Kelsey tuvo que tomar tu lugar. Su coño suave fue mio.

Se me cae el estomago. Lloro desgarradamente, siento que no puedo con el corazón roto. ¿En que momento paso? ¿Porqué se fue Zion? ¿Porqué me dejó?

El monstruo me lame las mejillas. Y yo tengo arcadas, me tira en la cama de nuevo, trato de levantarme pero toma mis manos y siento tirones y la piel arder.

— ¡DEJAME! ¡SUELTAME MALDITO! AYUDA ¡LEANI!— grito desesperada. Mi garganta está en carne viva. Siento que me ata las manos, estoy boca abajo y entonces lo peor pasa... me baja los pantalones a fuerza.

SOLAMENTE MÍA.Where stories live. Discover now