~𝔓𝔯𝔬𝔩𝔬𝔤𝔬~

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Un nudo, una presión que lo lastimaba, que lo atosigaba demasiado para poder quedarse quieto, fue el dolor que lo obligo a deambular; los nervios, el terror, el sudor que se aferraba a su piel hasta provocarle nauseas, todas esas cosas le exigieron, le rogaron que saliera, que buscara algo más en que pensar.

No lo dudo mucho, las paredes blancas y vacías, el reconocido silencio abrumador y las visiones cada vez que intentaba cerrar los ojos, fueron suficiente para que no lamentara salir de la cama, importándole demasiado poco el piso frio en sus pies.

Tomo su capa de invisibilidad, que de algún modo estaba allí, y cubrió la pijama que estaba tan acostumbrado a usar, antes de levantarse en completo silencio y dirigirse a las puertas, su mirada puesta específicamente en las protecciones.

Eran básicas y rudimentarias, ya que madame Pomfrey no sabia que el conocía una manera de levantarlas y pasar sin sonar la alarma atada a ellas, ya que normalmente cuando salía a hurtadillas, no se molestaba en evitarlas, sabiendo perfectamente que ella sospecharía cuando notara su ausencia y pondría protecciones mejores.

 Al igual que él fingió no saber, ella fingió que no podía detenerlo, así, cuando estaba realmente herido, activaba las protecciones suficientes, que sin ella supiese, él podía desenredar; de todos modos su plan era solo deambular un rato, regresaría antes del amanecer, y nada llegaría a pasar.

Insonorizo cada parte de si antes de mirar sin fijarse realmente en las piedras que juntas formaban una gran pared, parte de lo que eran interminables pasillos conectados en un laberinto, sus pies arrastrándose sin rumbo fijo mas que en dirección contraría a la torre donde dormía, no deseaba encontrarse con ningún león.

Aun cuando entraba la noche, la conmoción de hace unos días, el final del fatídico torneo, tenia a la mayoría de las personas en sus salas y habitaciones, y muy pocos estudiantes se encontraban afuera, al igual que él.

Por eso, entre otras cosas, decidió que bajaría a las mazmorras, sin importarle el cambio de temperatura o que fuera terreno Slytherin, no era más que algo sin importancia; en ese momento solo buscaba algo a que aferrarse que no fuera esa noche, ese momento, ese cementerio, solo buscaba algo que no lo hiciera recordar.

Ya tenia una idea de con que entretenerse, que meter en su cabeza además del terror, los nervios y la culpa, y eso era curiosidad morbosa, su motivo allí: ¿Qué pasaría con Malfoy y los hijos de mortifagos ahora que su señor había vuelto?

Sabia, gracias al mapa que casi había memorizado, en que esquina se hacia el hurón y sus compinches para murmurar y esparcir calumnias y chismes; escuchar la voz de Malfoy nunca le traía alegría, sin embargo, por muy irritante que fuera, le saco una sonrisa cuando la llegó a oir, ya que significaba que estaba allí y que había encontrado el entretenimiento que buscaba.

Llegando a la esquina de un pasillo, se escondió en las sombras a pesar de ser invisible, buscando una cobertura superior, y se dedico a observar que es lo que tenia delante; Malfoy, junto a sus dos gorilas guardaespaldas, hablaban fanfarronéate con la chica con cara de pug, Pansy Parkinson.

Ahora que lo pensaba un poco, creía haber escuchado de una enfermedad muggle con el mismo nombre ¿Tal vez no era de todo su culpa ser tan fea y tonta? Él prefería no molestar a los enfermos.

-¿Sabes cuando recibiremos la marca?- pregunto Pansy con un tono coqueto que revolvía el estomago a Harry; rogándole a Merlín que ella no hablara más, pensó en lo mucho que le interesaba la respuesta, pero su voz era simplemente repulsiva, y no creía soportar.

Su terquedad le ayudo a quedarse y no hacer nada, por mucho que deseara callarla a hechizos.

-Creo que esperaran a que salgamos de Hogwarts- hablo uno de los gigantes con un tono dudoso y bajo, apartando la mirada de la chica; al parecer tampoco la soportaba, no era una sorpresa.

-¡No sean idiotas!- reclamo Malfoy en un siseo molesto -No hay ninguna razón para pensar en Dumbledore ahora, el señor oscuro es más fuerte que él, no hay razón para esperar- escupió molesto, Harry se pregunto si su saliva podía contagiar la estupidez, tal vez unos crucios le ayudarían a calmar el temperamento.

-Nosotros seremos marcados este verano, así que debemos esforzarnos para ser de utilidad- dijo Malfoy serio y seguro, antes de ser detenido por Parkinson, sosteniendo su mano con emoción.

-No puedo esperarlo, por fin podre maldecir a todos esos mestizos y sangre sucia del colegio- Crabbe y Goyle asintieron a eso; Harry no se sorprendió por sus pensamientos, al menos sabia que debía tener cuidado con ellos el próximo año.

No creía que marcaran a todos los nuevos reclutas, solo a los hijos de los mortifagos sirvientes, para que comenzaran rápidamente con el legado, y por su edad e inocencia, seguramente también recibirían castigos, sin embargo, después de esos comentarios despectivos, no sintió culpa por lo que les pasaría.

-Es un honor ser marcado tan pronto, seremos nosotros cuatro y creo que solo alguien más- dijo Malfoy con una sonrisa orgullosa - Es selectivo, mostraremos nuestras habilidades antes que todos y heredaremos los puestos importantes, como ser la mano derecha, al igual que mi padre-

-¿Sabes quien puede ser el otro?- pregunto Pansy con una sonrisa y esa maldita voz chirriante, inclinándose cerca de Malfoy como si quisiera exhibirse y coquetear, sacando información con su supuesta belleza que era obviamente faltante.

-Creo que Nott, su padre siempre a insistido mucho al respecto- dijo Malfoy despectivamente antes de comenzar a balbucear como seria el entrenamiento con su padre para encontrar la gracia del señor tenebroso.

Sin embargo Harry no pudo escuchar nada más, el silencio dentro de su cabeza comenzando a sonar tan fuerte que se tenia que agarrar, corriendo el riesgo de caer, como un derrumbe, un terremoto que sacudía la estructura, un ataque hecho de gritos, frustración e ira.

No...Él no lo iba a permitir

Theodore...


Eres mio... me perteneces.Where stories live. Discover now