3.- Trabajo.

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3.- Trabajo.



Taehyung estaba acostumbrado a conseguir lo que quería con un simple tronar de dedos. Crecer en una familia acomodada, le dio la posibilidad de llevar a la realidad ese capricho de ser un artista.

A sus nueve años, las clases de canto comenzaron porque el niño quería cantar y su papi consentía en todo lo que su heredero pedía. No había deseo que no se le cumpliera y si bien todo lo había tenido en la palma de su mano, su padre no sabía el daño que le estaba haciendo. Estaba criando a una pequeña arpía saca ojos a quien no tolerara, pero demasiado adorable con quien se ganara su cariño.

—¡Jungkook!

Fue el grito que dio Taehyung desde la habitación para llamarlo. El sonido fue todo, menos amable, más bien exigente. La orden hizo que el guardaespaldas abriera la puerta y entrara a la habitación, mirándole a los ojos.

—Si, señor.

—Mira —dijo arrogante, observando a su maquillista y con dejo de burla añadió—. Al parecer si es obediente.

Jungkook mantuvo la tranquilidad. No era alguien a quien sacaran de quicio fácilmente, pero si era necesario darse a respetar, lo haría sin mover un dedo. No había dinero suficiente en el mundo que alguien pudiera pagar para humillarlo. Ese no era su trabajo. Su deber era proteger, en ambos sentidos. Al cliente y a su persona.

—Tae, basta —inquirió avergonzada la mujer, cubriendo parte de su rostro con la mano—. No es agradable.

—Claro que lo es. ¿Verdad, Jungkook?

El guardaespaldas no dijo nada. Solo mantuvo su pose seria y se quedó de pie en la entrada de la puerta, viendo en su mirada periférica lo que ellos hacían. No era una persona que sobrepasara los límites, pero mantener los ojos lejos de Taehyung era imposible. Podía ver como le acomodaban ese cabello platinado para después ajustarle la ropa y en alguno de tantos movimientos, la parte de arriba de su traje cayó al suelo dejando al descubierto su esbelta silueta. Y una mirada fugaz recorrió ese cuerpo.

—Levántalo —ordenó al aire y cuando su maquillista estaba por agacharse, Taehyung la detuvo—. Tú no. Él.

Señaló al hombre que solo le dio una mirada neutral. Y aunque su trabajo no era ser una sirvienta, observar la sonrisa sarcástica en su cliente fue la bandera roja para acercarse lo suficiente hasta quedar a solo centímetros de su rostro y desafiarle.

—Faltó la palabra mágica —siseó y su rostro se tensó sutilmente para mostrar su inconformidad—. Pídalo por favor.

—Estás demente—respondió Taehyung con un dejó de enojo. Encarándolo mientras levantaba una ceja, retándolo—. Estás aquí para obedecerme. No te equivoques.

—Entonces deberá levantarla usted —dijo serenamente cruzándose de brazos y una pequeña sonrisa ladina salió de su boca.

La indignación se marcó en el rostro de Taehyung, nadie se había atrevido a rechazar un pedido, mucho menos a ordenarlo y el que ese hombre lo hiciera, solo lo ponía de malas. ¿Quién se creía?

—¡Te ordeno que lo levantes!

—Taehyung-ah, no te enojes, yo lo levanto.

La mujer intervino y se acercó con la intensión de levantar la ropa a donde ellos estaban asesinándose con la mirada, sin embargo, Jungkook no le permitió hacerlo.

—No te preocupes —vio a la mujer a los ojos, quien nerviosamente le sonrió sin saber que hacer o que decir—. Yo lo hago. Tu no debes pagar por berrinches de alguien más. Además, eres maquillista no niñera.

The Bodyguard [Kookv]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt