45. End Scene

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Mañanas eternas, tardes aburridas y noches desperdiciadas. Quizá esta sea la parte que nadie me había explicado cuando decidí irme a estudiar al extranjero. En Mónaco tuve las cosas relativamente fáciles. Hacer una amiga por accidente y lograr que mi ídolo se interesara en mí no era algo por lo que tenía que quejarme, precisamente.

Aunque Suiza ha sido... retador.

A pesar de todo lo que he tenido que dejar atrás, la verdad es que la universidad me gusta bastante. Sin tener en cuenta los imprevistos de los últimos días, tengo que decir que cada día aprendo más y más. John ha sido un increíble mentor y Mia es la mejor compañera que he podido encontrar aquí.

La bibliotecaria ya se sabe mi nombre de memoria de tantas veces que he entrado ahí en el último mes. Encontré en la lectura esa distracción que tanto necesitaba. Esa que había dejado olvidada un poco. Y aunque ahora la mayoría del tiempo me toca leer pura matemática y estudios científicos, en cuanto encuentro un poco de tiempo libre, el pasillo de romance y fantasía vuelve a ser mi favorito.

Así que haciendo un repaso, no me va tan mal. No si vemos las cosas solo de un lado.

He evitado todo lo relacionado con la Fórmula 1 lo más posible. Ya no veo las prácticas ni las clasificaciones. Mucho menos la carrera y las entrevistas. Cerré mis redes sociales y solo sobrevivo con el FaceTime que hago con Charles y Netflix que nunca me ha abandonado.

Tengo la suerte de que mi novio entiende de distancias y ha sabido llevarlo todo de buena manera. Al menos mucho mejor que yo. Siempre termina siendo él quien nos echa porras y me hace recordar lo mucho que nos queremos y las ganas que tenemos de salir adelante.

En el momento en que Charles llegó a mi vida, solo era una chica atormentada con un sueño y ganas de cumplirlo. Ahora... sigo siendo la misma persona, con el mismo sueño y la misma esperanza de hacer las cosas bien. Solo que ahora encontré a un compañero que me ayuda a levantarme cada vez que pienso que no soy capaz. Aunque ahora tenga que resignarme a estar con él a través de una pantalla.

Durante días me he quedado mirando el techo antes de dormir pensando en todas esas personas que he ido dejando atrás por el camino. Luke, Stacy, mi tía; incluso Stacy. Ninguno de ellos me dio nunca la espalda o dejó de interesarse por mí aún cuando pasábamos días sin hablar. Y es que al final termino siendo yo la que se aleja tan rápido como llega.

Siempre pensé que las relaciones a distancia no funcionaban. Ni de amistad, ni las románticas, ni las de ningún tipo. Yo era la típica que se burlaba de sus amigas cuando tenían un novio de otro estado. Aunque ahora tengo muy claro que el futuro se forma a base de sacrificios. No podemos sentarnos en un sofá esperando que dentro de 5 años todos tus sueños se hayan cumplido. Tenemos que trabajar por ello. Sudar, llorar y esforzarte. Y salir herido más de una vez, por supuesto.

Durante toda mi infancia fui protagonista de una vida sin rumbo. Una especie de brújula que marcaba un camino sin destino final. Hice siempre lo que mis padres querían que hiciera. Me levantaba temprano para ir a entrenar, saqué siempre buenas notas, comí exactamente lo que tenía que comer y aún así; jamás tuve claro adónde quería llegar. Nunca pensé en la razón por la que hacía todas esas cosas. El propósito. Siempre actué por inercia o por costumbre, olvidando que lo más importante será siempre el sentido. El porqué. Y eso no lo había entendido nunca. No hasta ahora. No hasta el día en que firmé la solicitud de beca en Mónaco. Cansada de dejar que otras personas decidieran por mí.

La gimnasia había sido por mucho tiempo el eje central de mi vida. A pesar de todo, amaba ganar. Amaba ser buena en algo. Que la gente me admirara y sobre todo, que llegaran a felicitar a mis padres por haberme "criado tan bien".

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⏰ Last updated: Mar 04 ⏰

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