龙 : prólogo.

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( las vías del tren )

Las hojas anaranjadas y secas crujían bajo sus pies con cada paso, como un susurro suplicante de que diera la vuelta y se dirigiera a casa.

El boscaje movía ligeramente sus ramas con el viento casi otoñal que las acariciaba, tratando de suplicarle que volviera sobre sus pisadas desesperadas y se encerrara en su habitación desolada.

Los robles se alzaban temerosos, tan solo mirándolo en la soledad, como si trataran de sentir pena por él y la decisión que había tomado. Sin embargo, ya no había vuelta atrás. Desde que había dejado atrás su pueblo natal, sabía que ya no regresaría.

No se molestaba a oír las advertencias, ya que sus oídos se veían penetrados por una canción de rock donde la batería insonorizaba las ramas crujiendo y la voz ruidosa de Axl Rose le desviaba la atención, para evitar sus arrepentimientos.

Ya no lograba visualizar las casas pequeñas y los edificios que no sobrepasaban los siete pisos, ni los adolescentes con dos dólares en el bolsillo que soñaban despiertos y caminaban con superioridad por las calles, ni a los ancianos fingiendo estar bien metidos en el periódico para poder dar disimuladas miradas juzgonas a los jóvenes traviesos y las mujeres jóvenes con sus panzas llenas de vida; ni el olor de la panadería o los ladridos de los perros desesperados encerrados en sus hogares llegaba a aquel lugar tan recóndito, en medio de los robles sin follaje.

No se oía ni siquiera ardillas o algún diminuto insecto zumbar entre la brisa friolenta de septiembre; estaba siendo acompañado únicamente por su walkman y los disimulados susurros de la vegetación.

Su corazón palpitaba como una fiera, como si la caja torácica fuera demasiado pequeña para él, como si deseara escapar para salvarse de aquella tragedia, más él no prestaba atención a sus bombeadas porque permanecía centrado en la guitarra chillando con emoción en los auriculares.

Con cuidado, deslizó su mano a su pantalón y la introdujo en el bolsillo, hasta apretar entre sus dedos el botón y detener al grupo masculino tocando música en el aparato. Sus dedos retiraron los audífonos e introdujeron estos en el mismo bolsillo donde el walkman se escondía, callado y dormido.

Dio un leve vistazo a su alrededor, como si suplicara por una razón para detenerse, algo que le llamara la atención y lo hiciera decir "necesito vivir". Un ave con un ave lastimada, un árbol chamuscado por rayos, aunque sea una diminuta mariposa que no lograba volar y él se detendría a ayudar y olvidaría por qué se hallaba persiguiendo con tanto esmero aquellas hileras en medio de la arboleda.

Por más de que se esforzó y entrecerró los ojos, detallando y admirando, no había más que troncos gruesos y oscuros que habían perdido su verde vida, con una alfombra naranja de hojas que les cubría los pies.

Hizo silencio por lo que pareció una eternidad, tratando de percibir voces, susurros, súplicas, pero no había nada. Nada le pedía que siguiera aquí, si desaparecía su alma solo se esfumaría en un suspiro y sus memorias pasarían al olvido.

Escuchó el vibrar del suelo y las piedras temblando agitadas, sabiendo lo que venía. Estaba cerca, muy cerca. Aquel enorme monstruo se acercaba a una velocidad colosal, dejando al aire bañado en su humo grisáceo y maloliente.

Jimin divisó a pocos metros aquellas vías grisáceas brillando bajo el dorado sol, como si lo llamaran, como si lo invitaran a unirse a ellas. Su metal resplandecía como un llamado, una insinuación.

Él no se les negó, les dio la dicha, la alegría de tener compañía en aquella gélida mañana, colocando su peso sobre sus durmientes y observando a su visitante deslizándose a lo lejos hacia donde él estaba parado.

Dragon Empire | myg + pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora