龙 : 03

1.5K 167 61
                                    

( chocolate y paciencia )

Jimin no había conocido a Yoongi a finales de octubre en el bosque.

No.

Jimin ya conocía a Yoongi, lo conocía desde hace un año, cuando había entrado al gimnasio por primera vez, luego de terminar la escuela. Él trabajaba allí desde antes de que Park hubiese comenzado a entrenar. No sabía desde cuándo, pero parecía ser mucho, muchísimo tiempo, pues todos lo reconocían como el conserje y conversaban de vez en vez con él.

Jimin no era del tipo de persona que se detiene en la calle a saludar a algún conocido, por lo que jamás sintió la necesidad de detenerse a decirle un "buenos días", pues él no significaba algo en su vida.

Sin embargo a veces se detenía a pensar de dónde habría venido aquel joven de cabellos rojizos como un fuego incandescente, ya que todos parecían saludarlo y conocer su nombre, pero nadie parecía saber algo más allá: era el conserje de ese bar de pelea y nada más.

Él no habría surgido de la nada, como si hubiese llegado con la espuma de las playas en la costa, o con una brisa invernal que lo arrastró hasta un pequeño vecindario demasiado aburrido para jóvenes que sueñan en grande y disfrutan sus años dorados.

Quizás había venido de algún pueblucho excéntrico en Maine, o le habían destruido los sueños en Hollywood y no tuvo más remedio que irse lejos a llorar las penas. Eso solía imaginar Jimin, pero no había absolutamente nada, ni un indicio que lo iluminara. El chico tenía un nombre y eso era todo.

No es que Jimin le prestara mucha atención antes, tampoco. Su curiosidad era solo eso en aquel entonces: curiosidad de la que te mantiene despierto unos minutos antes de dormir, o de los pensamientos triviales mientras estás sentado en el transporte público esperando llegar a tu destino.

Pero ahora no era una simple curiosidad, saber de dónde había salido ese muchacho que lo perseguía en su mente todo el día se volvía una necesidad: le daba noches en vela e incluso lo hacía pasarse las calles cuando iba caminando. Yoongi se estaba adueñando de sus pensamientos repentinamente, y sin haber siquiera advertido aquello.

Jimin sabía quién era, pero no lo conocía.

Y una parte de él realmente quería hacerlo, pues parecía que su campo gravitatorio había tomado un nuevo centro: Min Yoongi.

Aquel hombre le había puesto la vida de cabeza en menos de medio mes, pues cada vez que le hablaba, parecía sentirse más interesado en sus movimientos lentos y su voz tan pacífica.

Jimin no podía permitirse desarrollar sentimientos extraños por un hombre al que había visto desde hace un año y apenas me había hablado hace casi dos semanas; no podía permitiese desarrollar sentimientos por un hombre.

Pero era inevitable, por más de que corriera para huir de él, parecía que solo giraba en círculos y siempre terminaba yendo frente a Yoongi de nuevo, buscando comprender qué era lo que florecía en él cuando lo tenía en frente, ese fuego que le hacía arder la cara y quemar el estómago.

Por lo que el viernes, cuando fue en la tarde a entrenar, ya que no podía seguir permitiéndose faltar con tanta frecuencia, no podía parar de mirarlo —como él quería llamarlo— disimuladamente.

Tampoco es que el pelirrojo no le devolviera las miradas suaves y momentáneas, como si solo deseara asegurarse de que aún seguía ahí. Ni siquiera se dirigían la palabra, solo se miraban y Jimin sentía un vacío en su estómago, como cuando uno va bajando de una montaña rusa.

Dragon Empire | myg + pjmWhere stories live. Discover now