En donde se cruzan las calles,
donde el pasado se encuentra con el presente,
veo a un hombre, un rostro conocido, un susurro en el viento.
Es él,
aquella sombra de un ayer,
que en mis sueños solía abrazar y besar.
El brillo en sus ojos, como estrellas perdidas,
una vez alumbraron mi mundo, ahora, solo son destellos lejanos,
caminando a través de la multitud, perdido entre extraños.
No puedo llamarlo, no puedo alcanzarlo,
solo puedo observar su espalda, mientras se aleja,
caminando hacia un mañana, donde yo no tengo cabida.
La distancia entre nosotros, una realidad,
una cicatriz en el corazón, una marca de la soledad,
un eco de un amor que ya no puede ser.
Su nombre, una vez grabado en mi alma,
ahora se desvanece, una memoria borrosa,
un recuerdo en la bruma.
Mirarle a los ojos, una prueba imposible,
una lucha contra el tiempo, contra el olvido,
un combate donde ambos hemos perdido.
