Me acuerdo de sus caricias,
un suave roce que ahora me engaña.
Recuerdos inciertos, sin guías,
que despiertan susurros sin mañana.
Las arañas cuelgan del techo,
tejiendo sus telarañas a mi alrededor.
Quieren devorarme en mi despecho,
sumergirme en la soledad sin esplendor.
Me empapo en gasolina una vez más,
raspo la piel buscando el fuego.
Recorro la ciudad, sin rumbo, fugaz,
quemando los sueños que no tuve luego.
Las llamas bailan al compás de mi dolor,
consumiendo cada vestigio del pasado.
La oscuridad se desvanece en su fulgor,
mientras mis demonios son arrastrados.
Quemo nuestros malos sueños bajo la luna,
en un sacrificio de liberación y redención.
Dejo atrás el sufrimiento y la desdicha,
renaciendo en el fuego, encontrando la acción.
Las cenizas se dispersan en el viento,
liberando los pesares en su danza final.
Soy un hombre renacido, sin tormento,
quemando los malos sueños para sanar.
Y en el amanecer, con el corazón en calma,
me abrazo a la libertad conquistada.
Sintiendo el renacer de mi alma,
dejando atrás la oscuridad pasada.
