Capítulo XIX: Convivencia Innecesaria.

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[ A s t r i d ]

Me volvería loca, oh, claro que me volvería loca.

Primero nos metíamos en la oficina de la anciana loca, nos descubrían y nos llevaban a una especie de sala de pruebas que hacía que se me erizara la piel.

Luego, nos llevaban, uno por uno, a todos los alumnos presentes en esa extraña sala a su despacho... Como para asegurarse de que realmente lo que había ocurrido no era una casualidad y que, aparte de estúpidos, éramos mágicos.... más de lo usual.

Como en verdad no me gustan estos recuerdos en específico, lo resumiré.

La jodida vieja, acompañada por Lehia, me había exigido que se lo demostrara a ella en específico. Creo que pocas veces me sentí tan asustada.

Temblando, me había acercado a la zorra que tenía Lynn por hermana y le agarré por el brazo; empecé a cambiar hasta ser una copia exacta de ella...

La directora me miró con indiferencia, asintió y me mandó a la habitación que compartía con Lynn y Alice. En la cual, para mi sorpresa, estaban todos los demás «subnormales mágicos».

El ambiente era tenso. Alice y Lehia trataron de abrir la puerta en vano. Alice se dio por vencida y Lehia se tiró en una de las camas.

Todos se miraban los unos a los otros, reinaba un incómodo y casi insoportable silencio.

─¡Vieja estúpida! ─chillé─. ¡No me importa si tengo que abrir la puta puerta a patadas, voy a salir de aquí!

La anciana no era tan estúpida, ¡Nos había encerrado en nuestra habitación, la más aislada de todo el puto edificio! ¡Nadie podría oírnos!

Lynn y Theodore trataron de calmarme, pero, la verdad, no iba a cooperar. Nunca fui buena en las situaciones bajo presión.

Les tomó un buen rato poder siquiera hacer que me sentase al lado de Jane, estaba histérica, ¿Quién sabía cuanto tiempo íbamos a pasar encerrados en nuestra habitación? ¿¡Qué harían con nosotros después de que el encierro se acabase, si es que lo hacía!?
Miré a mi alrededor; Arthur estaba hablando con Lehia, Lynn y Theodore estaban tirados en la cama, ni puta idea de qué estaban haciendo Alice y el otro imbécil.

Jane me tocó el hombro y dirigí mi vista hacia ella.

─¿Celosa? ─murmuró con tono burlón.

─Quisieras. ─le respondí con indiferencia.

Puse los ojos en blanco.

La tensión se podía palpar. Todos estábamos muy nerviosos por más que quisiéramos ocultarlo. El tiempo pasaba con demasiada lentitud.

Y tuve una idea para distraerme de mi miedo.

─ Eh, Lynn ─dije─. Ven un momento, tengo algo muy importante que decirte.

Ella me miró confundida, asintió y se me acercó, para luego sentarse entre Jane y yo.

─Bien, pequeña niña del mal, es algo muy serio y necesitaba decírtelo o no me lo perdonaría...

Abrió los ojos como platos.

─¿Qué ocurre? ¿E-es algo malo?

─Sí. ─asentí, cabizbaja.

─Dime, As... ─Lynn parecía asustada.

Me quedé en silencio unos momentos para darle más dramatismo.

─Verás, es que... Cuando me transformé en Theodore, allá en esa habitación rara... ─hice una pausa.

─¿Sí? ¿Q-qué pasa con eso? ─murmuró.

─Yo, uh, me examiné a mí misma, o mismo... y descubrí algo... algo horrible...

─¿Qué viste? ¿Qué le pasa a Ted?

Jane me miraba perpleja.

Aguanté las ganas de reír.

─Bueno, es que... Theodore, él...

Me le acerqué más a Lynn, como si fuese a decirle un secreto muy importante.

─¡¡Theodore la tiene pequeña!! ─grité con dramatismo.


Su cara no tuvo precio.

Todos estallaron en carcajadas. Jane reía tanto que parecía que no podía respirar.

Lynn y Theodore se sonrojaron completamente, él no dijo nada, pero Lynn, aprovechando que yo estaba muy ocupada riéndome, agarró la almohada más cercana y empezó a golpearme con ella; pero yo tenía la ventaja de que Lynn, pues... no era la más fuerte físicamente, así que mucho daño no me hizo.

Theodore, aún algo confuso, se acercó hacia Lynn, quien seguía golpeándome mientras yo reía, y la apartó de mí, supongo que para evitar que su niña bonita tuviese comportamientos inadecuados para una damita.

Luego me miró con una mezcla de desaprobación y vergüenza mientras negaba con la cabeza. Yo solo reí con más fuerza.

─¡Eh, no te ofendas, chico! Que no es mi culpa que te desarrollases así... ─dije sonriendo. Alice estaba llorando de la risa y Lynn me miraba con aparente enojo.

─¡Exacto! Es decir, preocúpate por la niña bien, no ha de sentir nada la pobre... ─comentó Jane.

Como quería a esa idiota.


Daba igual si Theodore y Lynn se enojaban conmigo, es decir, luego se les pasaría y había logrado mi cometido, habíamos conseguido que todos se relajasen un poco, lo suficiente como para que olvidásemos nuestra situación por unos momentos.




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