Capítulo 26

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Renata tomó mi mano y me condujo fuera de su oficina, hacia la recepción donde las luces también parpadeaban. Descubrimos que un oficial junto a las escaleras le indicaba a la multitud por donde avanzar. Los llevaba hacia el segundo nivel para mantenerlos a salvo.

ーNo entren en pánico ーindicóー. Avancen en orden y manténganse cerca de sus conocidos.

La mujer me llevó hasta él para preguntar lo que sucedía. El oficial nos explicó que los turistas vieron a un animal salvaje por la zona, no se había registrado ningún ataque hasta la fecha, pero para evitar tragedias el cuerpo de seguridad prefirió resguardar a todos hasta que llegaran los refuerzos necesarios.

ーBien hecho ーconcedió Renata a quien para ella era un compañero de trabajo en el cual confiaba. Pero ambas sabíamos que el ataque no sería obra de un animal salvaje.

El oficial nos invitó a subir, pero yo me negué pues aún sentía la presión en el pecho y tenía miedo de que Gia se encontrara en apuros.

ーLos alcanzaremos luego ーle aseguró Renata.

Nos dirigimos hacia el sendero. Ni siquiera pudimos salir de la recepción cuando las luces se apagaron por completo. Nos quedamos quietas, casi oscuras y solo guiadas por el último rayo de sol que alcanzaba a pasar por los cristales antes del atardecer.

Un gruñido familiar se hizo presente, llegó del lado derecho y me erizó la piel de la nuca.

Encontramos una silueta felina en un rincón oscuro. Al principio sí pensé que podría tratarse de un animal común, como los jaguares que habitaban los alrededores, pero conforme avanzó hacia nosotras descubrí que su piel era oscura como las sombras y poseía aquel humo negro característico de las criaturas que me atacaron antes.

Gruñó una vez más y nos rodeó. Caminaba en círculos, sin quitarnos los ojos de encima pero no mostraba interés en lastimarlos. En realidad, parecía que nos quería fuera de ahí.

Se formó una grieta que separó el suelo y arruinó toda posibilidad de que la criatura se nos acercara siquiera un centímetro. El monstruo no se mostró sorprendido, pero sí a la defensiva. Esperaba algún ataque del cual defenderse.

Entonces apareció Gia. Usó sus poderes para controlar la grieta y mantener a la criatura del otro lado.

ーHay que alejarla de aquí ーle dijo a Renataー ¿Tiene auto?

Asustada, la mujer alcanzó a responder y sacó un racimo de llaves del bolsillo de su pantalón.

Sin siquiera tocarla, tan solo con el humo rojo destilado por sus manos, Gia arrojó a la criatura dentro de un elevador y cerró las puertas para darnos tiempo. El monstruo de sombra golpeó con fuerza hasta deformar la placa de metal que la contenía. No tardaría en escapar.

Corrimos hacia el estacionamiento, hasta el auto de Renata que encendió como pudo y echó reversa para sacarnos de ahí lo antes posible. Desde el asiento del copiloto, observé cuando la criatura logró partir las puertas y emprendió carrera hacia nosotras.

Renata aceleró y condujo hacia la carretera. Creí que el monstruo nos seguía, pero se detuvo al ver que nos alejamos. Como si solo hubiera querido que nos marcháramos.

ー¿Qué son esas cosas? ーpregunté a la mujer.

ーDemonios de sombra ーrespondió en voz alta, pero luego susurró para asegurarse de que Gia no nos escucharaー. Pero a diferencia de lo que hablamos hace rato, estos demonios están conectados a hilos negros.

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