13.

294 22 0
                                    


Pero el amor, tal como la libertad es un combate continuo del que somos poco conscientes. Y no tardó mucho a que Saray y Axel viviesen el primer asalto.

Cuando Saray volvió a despertarse, Axel ya no estaba tumbado a su lado. Hacía ya unas horas que se había vuelto a quedar dormida en sus brazos, después de haber intercambiado algunas promesas. Y de que ambos asumieran que sentían algo el uno por el otro. El fuerte dolor de cabeza que Saray sentía no le permitía hacer las cosas con la misma normalidad. Se levantó de la cama, arrastrando el cuerpo y obviando por completo que su habitación tenía baño propio, salió por la puerta en busca de uno.

Y cuando vio una puerta cerrada tras el recodo del pasillo, pensó que estaría allí, ignorando por completo el hecho de que la noche anterior Axel había mencionado que la habitación no era más que un viejo trastero.

La puerta chirriaba al abrirse, como si estuviera protestando por ser descubierta. Saray la empurró con impaciencia y entró, porque estaba deseando liberar todo el líquido que había acumulado durante la noche.

La habitación estaba a oscuras. Palpó la pared junto a la puerta, buscando un interruptor donde encender la luz. Lo encontró casi de inmediato y, cuando por fin se iluminó la habitación, Saray quedó desconcertada por lo que acababa de encontrar.

Parpadeó varias veces intentando comprender si veía bien o si era producto de su imaginación. Dio dos pasos adelante, adentrándose en el amplio espacio. La habitación era más o menos del mismo tamaño que el dormitorio en el que había dormido, pero estaba decorada de forma distinta.

Miró a su alrededor y se encontró en una habitación de bebé, una habitación que nunca había visto antes. Las paredes estaban pintadas de un amarillo pálido y las cortinas blancas filtraban una ventana que estaba completamente blindada al exterior, impidiendo así de recibir la luz. Una cuna de madera blanca estaba en el centro de la habitación, rodeada por juguetes y peluches de colores pastel.

En un rincón, una mecedora de madera con un cojín a juego la invitaba a sentarse. Se imaginó sentándose allí, acunando a un bebé dormido mientras leía cuentos de hadas y canciones de cuna. El corazón se le dio un vuelco al pensar en la dicha y el amor que una habitación así podría albergar.

Pero ¿por qué estaba la habitación oculta? ¿Por qué Axel la tenía guardada en secreto? En ese momento recordó dónde estaba. Esa era la habitación que él le dijo que servía de trastero. Le había mentido. Pero ¿por qué? Se dio cuenta de que no había encontrado la respuesta a esa pregunta, pero por ahora, no importaba. Se dio el gusto de admirar cada detalle de la habitación, desde las decoraciones de las paredes hasta el cambiador de madera maciza.

De repente, escuchó un ruido en el pasillo y supo que era hora de salir de allí. Cerró la puerta con cuidado y caminó por el corredor, sabiendo que esa habitación secreta se quedaría en su pensamiento.

Mientras caminaba por ello, su mente empezó a divagar acerca de los posibles motivos que llevaron a Axel a esconder esa habitación de bebé. ¿Acaso tenía algún secreto oscuro que ocultar? ¿Había sucedido algo trágico en el pasado en esa habitación?

También era posible que simplemente quisiera preservar la habitación como un lugar especial, un santuario de recuerdos de la infancia de sus hijos. Tal vez no quería que la habitación se arruinara o se desgastara con el paso del tiempo, y por eso la mantuvo oculta. Pero eso significaría que tenía hijos o ¿los tuvo? ¿Sería o había sido padre? Y si era así, ¿dónde estaba la madre de la creatura?

Sin embargo, la habitación estaba impoluta. Y ni resquicio de polvo había como él había mencionado. Como si nunca hubiera sido utilizada, pero estaba sumamente cuidada.

Combate de Amor | Terminada y completaWhere stories live. Discover now