Harta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente.
-Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...
Al ser elegidos por culpa de Arthur, el grupo Aragon, debió partir rumbo a Evermoore ya que oportunamente el dueño se hallaba patrullando fuera.
Era arbitrario llevarse a los niños, que al ser las quimeras que buscaba Khim, optaron dejarlos al cuidado de Doreema. A Morgaine le partió el corazón dejarlos cuando ya se había encariñado y para que no sintieran solos, les dejó a Pelusa para recordarles que regresaría por ellos.
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Solo Romario los acompañaría jurando volver con fortuna. Si bien iban por la riqueza, eso cambió cuando los rebeldes de Zion les impusieron ir con uno de ellos.
La princesa guerrera y heredera del monarca de los jinns, Aquafina Van Tassel, sería su guía pues su familia fue quien dibujó el mapa del laberinto luego de recorrerlo durante siglos. Nadie sabía que el grupo ya contaba con uno que fue robado al hermano muerto de Aquafina y a cuyo asesino, también le fue hurtado.
Casi obligadamente, tuvieron que simular ser valientes para ir tras Khim ante su nueva camarada pero una vez dentro del laberinto, solo los movió el oro.
Armados y con suficientes provisiones, bajaron hasta Evermoore. Las puertas de hierro eran impenetrables sin la marca de una sacerdotisa, por lo que irían por una entrada desconocida para los inquilinos; un agujero entre la pared de rocas.
Las gruesas sogas soportaron lo suficiente hasta que atravesaron la pared. Dentro había un espacio adaptado por los Van Tassel para ajustar sus equipos. Escudriñando el sitio, Merlín notó el sonido de personas al otro lado más al acercar su oído a la pared fue apartado por Aquafina.
-Colóquense esto para pasar desapercibidos. Del otro lado de esa pared, yace la primera de 33 ciudades a atravesar para llegar a la fortaleza del dragón- entregándoles pulseras inhibidoras de magia, les ordenó ponérselos
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La ciudad que vieron, era mucho peor que las favelas donde creció Romario. Las criaturas estaban sucias y hambrientas mendigando comida a los soldados y a quienes eran invitados externos de las sacerdotisas. Todos llevaban collares que les impedían usar magia y tatuada la ya conocida marca del dragón en sus cuerpos en forma de triángulos rojos entrecruzados.
