Voy a quitarte a tu esposa

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El reino de Clover era conocido como la cuna de los héroes por albergar a la casta más noble y fuerte que haya existido; los Jinn o Genios gracias a la reina fundadora Morgaine LaFey quien los patrocinó.

Por ello, esta tierra tenía el peculiar aspecto de ver nacer cada cierto tiempo a estos seres entre la gente común
común como sanadores, eruditos, arquitectos y maestros de la espada entre otros.

La característica principal y más temida de los Jinn, era el cumplir sus propios deseos por más egoísta que fuese ya que al ser muy fuertes y codiciosos, podían emanar un aura tan aterradora que dejaría al borde de la muerte a ejércitos enteros si enfurecieran por lo que cuando un Jinn se fijaba una meta o se encaprichaba con algo o alguien, era imposible detenerlo.

La realeza que ocupó el lugar de Morgaine luego de la gran guerra, no quería prescindir de tales peligrosos seres y que mejor que ponerlos de su lado desde jóvenes, lavándoles el cerebro para que sostuvieran los pilares del país, colaborando como armas humanas en las guerras de conquista.

Pusieron todo de ellos para atraerlos que hasta iniciaron una absurda campaña para que el pueblo fuera quien los entregara al templo y así, al ser detectados serían llevados al palacio para entrenarlos y no ser vistos de nuevo.

La mayoría al encontrar el mínimo atisbo de rareza, corrían para entregar a sus hijos pretendiendo ofrecerles una oportunidad al servicio de la corona. Pero había una escasa cantidad que conocía sobre ese hecho y antes que entregarlos como vacas al matadero, preferían cerrar la boca y darles una oportunidad de vivir libres.

Con los siglos, los nacimientos de Jinn fueron mermando hasta la casi extinción, o eso parecía cuando entonces la corona inició una cacería silenciosa para atraparlos y ahí es dónde entro yo.

Un niño Jinn del tipo competidor, cuyo maestro de esgrima había muerto no hace mucho y que se la pasaba recorriendo los barrios bajos, ya había oído las noticias y chismes varios de los cazarecompensas.

Cuando vinieron por mi, lo único que tenía que hacer, era huir lejos de esa gente y eso fue lo que hice hasta volverme el ladrón de poca monta, Rasmi.

Pasé mis años entrenando por las noches en el bosque con palos y con suerte a veces podía hacerlo con espadas de verdad para estar en forma para luego salir a robar y estafar gente hasta que un día terminé en prisión por intentar llevarme un maldito perro, propiedad de una noble miserable y despreciable, cuyo precio estaba valuado en 50K uris, algo así como el sueldo de un empleado bancario regular por un mes de trabajo.

Por ese mendigo animal tuve que perder año y medio de mi vida en una fría celda junto con algunos locos de quienes me hice amigo. Cuando vi la oportunidad de salir bajo palabra, no dudé ni un minuto pero el mal hábito de robar estaba arraigado.

Me hospedé en la choza de mi amigo de la prisión, Oliver quien había sido encerrado por asalto a mano armada y liberado un par de meses antes por buena conducta. El solo quería darle de comer a su familia, yo solo quería irme de este inmundo país y pagarle el favor, así que nos dedicamos a robar a los incautos en los callejones para lograrlo.

Una tarde tuve un presentimiento muy fuerte y decidí cambiar de callejón con Oliver. Al llegar al callejón Dudley, divisé a una mujer y sus hijas que acababan de salir de la casa de empeño entonces hice lo mío.

Fue raro cuando tomé el bolso ya que en vez de gritar o correr, se quedaron mirándome como si nada pero al momento de abrir el bolso y recibir una ratonera atrapando mis dedos, supe el porqué tanto desinterés por recuperarlo. Terminé siendo estafado y lo peor, me habían robado el botín del día.

Corrí a increpar a esa mujer con mi navaja cuando el sonido de policías viniendo me descolocó. Pensé que ellas me habían tendido una trampa hasta que la mujer me ofreció ayuda y acepté sin pensar, como si algo me empujara a seguirla.

Se presentó como Miriel y me propuso casamiento. Me explicó su dilema con su actual esposo y la necesidad de volver a casarse pronto con alguien más capaz.

Tenía en su poder distintos bonos, títulos de propiedad y dinero en cuenta lista para usar pero el problema radicaba, en que para hacer uso de ellos sin problemas, debía viajar al reino de Moonbow. Le era difícil salir de este país sin un hombre apoyándola, ya que la interceptarían en la aduana donde la criticarían como excusa para embargarle sus bienes, ya que era mal visto el ser una mujer divorciada y con hijos.

No quería ser señalada como una trepadora que le robo todo a su ex marido y que ahora estaba huyendo, por eso concluyó que yo sería buen partido puesto que estaba necesitado de dinero. Miriel era muy capaz, tanto que daba miedo cuando hablaba de dinero y contratos.

Al principio nuestro acuerdo fue de palabra y luego pasaría a papel después de probar mi lealtad. Me entregó los títulos de un viñedo y un olivar para ver hasta que punto podría escalar con eso en mano. No tardé en viajar y ponerme al día con el terreno que llevé a Oliver y a su familia para que me dieran una mano y avanzar con la reconstrucción.

Al ver mi valor, Miriel me entregó sus ahorros del banco para continuar con el plan. Reuní información sobre el círculo cercano de la familia de su marido, dónde descubrí bastantes trapos sucios de los Hudson, en especial de las amigas de su cuñada que resultaron un montón de sanguijuelas desgraciadas que la aborrecían por su origen humilde y deseaban matarla.

Como necesitaba mano de obra para acelerar el proyecto, con un poco del dinero, fui hasta el viejo orfelinato y buscando entre los niños a un buen asistente y aprendiz que quisiera entrar al trato, me crucé con Newton de 13 años. El chamaco era muy listo y útil pero sin sus hermanos, no iría a ninguna parte, así que los adopté para sumarlos al plan de escape.

En cuanto a los datos, usando a mis amigos del bar, que me fueron facilitando cuanto detalle estuviera dispuesto a pagar y que para mi suerte, fue bastante barato por ser amigo de la casa, pude crear un personaje acorde a la ocasión y algo que el conde Hudson detestaba tanto como el ruido; un don Juan fastidioso y estafador.

No fue difícil pretender que las porquerías que compraba del mercado valían cientos de miles para que ese imbécil las comprara sin chistar gastando para nosotros. Incluso firmó los traspasos de los terrenos y propiedades que ni el sabía que tenía, a nombre de su mujer como regalos.

Miriel sin duda no se merecía seguir viviendo con tremendo saco de plomo a su lado que ni siquiera aún con casi 10 años de casados, la apreció ni la cuidó como se debía ni se percató que era una Jinn y una del tipo protector al igual que las niñas. Pegaría el grito en el cielo, cuando se diera cuenta que me la llevé de su lado y la hice mía aunque para cuando eso pasara, ya estaríamos lejos disfrutando de la luna de miel.

Después de ser testigos de una conversación grotesca que buscaba atentar contra la integridad de mis futuras hijas, su madre tuvo la misma idea que yo, adelantar el show.

Para eso, me cité con una vieja conocida que me ayudo cuando huía y que era dueña de los burdeles y la casa de burlesque para pedirle un favor a cambio de una jugosa comisión. Aceptó ayudarme porque me consideraba como un nieto y esperaba verme por fin sentando cabeza.

También le pedí a Oliver que me contactara con su ex compañero de celda, quien actualmente manejaba los caballos en el hipódromo para que Damian Hudson fuera persuadido de liberar a Miriel antes del fin de semana. Todo estaba marchando a la perfección, solo nos quedaba esperar la tan ansiada frase de cierre pronunciada de la boca del hombre más idiota del mundo para irnos: "Quiero el divorcio".

 Todo estaba marchando a la perfección, solo nos quedaba esperar la tan ansiada frase de cierre pronunciada de la boca del hombre más idiota del mundo para irnos: "Quiero el divorcio"

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