Capítulo 18 | Cruzando límites

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𝑴𝒂𝒙

Observé el mensaje y los dos tildes que indicaban que ella los había leído por, al menos, treinta veces. Y siempre me sentía de la misma forma: patético.

Me había comportado como un idiota desde el primer momento y aún seguía haciéndolo sin poder evitarlo. A esta altura se estaba volviendo algo molesto y, por supuesto, patético. Porque negar que Maddox me gustaba sería una estupidez, había quedado más que claro y no solo para ella, sino incluso para mi hermano y los demás. Pero de la misma forma, admitir que me sentía atraído hacia ella sería igual de complicado porque aunque le dijera que su apellido no me importaba lo cierto era que sí importaba, y mucho.

Aunque por razones diferentes a las que podrían pensar los demás. 

Si tan solo fuera una chica que conocí en el club o en una fiesta no sería un problema. Pero hablábamos de Maddox, era la hija del jefe, la hija del Don más temido de la mafia de Chicago y la futura jefa.

No se juega al gato y al ratón con alguien así pero yo había cruzado el límite, había saboreado la lujuria que se sentía tocar sus labios y me era muy difícil resistirme a la tentación de caer de nuevo.

Por eso si la mantenía lejos de mi quizás podía pasar página y ponerle un alto a estos ridículos sentimientos que se estaban gestando.

Pero resultaba increíblemente difícil, verla esta semana en la universidad sin poder acercarme, sin poder siquiera verla de forma intencional para molestarla estaba siendo un calvario y el hecho de que hablara cada vez más con el idiota de Luc me estaba empezando a molestar.

No podía hacer nada para acercarme a ella sin tener la necesidad de besarla, sin evitar desearla, por eso aunque ahora me moría de ganas de saber como estaba no podía escribirle un mensaje aunque quisiera. Dudaba incluso que se vaya a tomar bien que quiera hablarle luego de como le respondí.

Abandoné mi cama harto de hacer reposo porque, aunque jamás lo admitiría en voz alta, hice lo que me dijo al pie de la letra. Me cuidé toda la semana para no tener que ir al hospital porque confiaba con la forma en que ella me había curado y esperaba que la herida sanará rápido, de hecho lo estaba logrando, ya se había cerrado y me esforcé por sacarme los puntos luego de ver unos videos en internet donde explicaban como hacerlo, ahora solo quedaba esperar que cicatrizara.

Con un poco de esfuerzo llegué a la cocina y revisé la nevera en busca de cualquier cosa que pudiera comer, era tarde en la noche y no había tenido tiempo para pedir comida luego de la reunión que tuvimos en el club del jefe. La próxima misión estaba cerca pero esta vez sería diferente, dijeron que por los nuevos lazos que el jefe estaba formando en Nueva York la ubicación de esta misión sería otra. No tenía problemas con los lugares donde podrían desarrollarse, simplemente esperaba estar curado y con la herida finalmente cicatrizada.

Divisé un sándwich al fondo de la nevera y antes de poder alcanzarlo unos golpes en la puerta me detuvieron. Desvié mi atención hacia la entrada de mi piso sin cerrar la puerta de la nevera esperando que quien sea que haya golpeado desista y se vaya. No estaba de humor para recibir visitas y mucho menos si estas no eran anunciadas antes, si había algo que me molestaba era que se aparecieran en mi piso sin preguntar, algo típico de Jace.

Los golpes regresaron, esta vez un poco más insistentes, cerré los ojos y conté hasta cinco antes de acercarme. Envolví el pomo frío con mis dedos y abrí solo un poco, lo que vi del otro lado me dejó sin habla.

—Todavía ni siquiera es Halloween y tienes cara de zombie.

Maddox avanzó con paso firme hacia el interior de mi piso observando todo con detalle mientras yo me quedaba viendo su nuca sin comprender lo que ocurría.

Traición y Sangre ✔ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora