4. Estrella fugaz

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Moon bailaba en la fiesta junto a más extraterrestres. Habían distintas especies, algunas más altas que otras, otras muy pequeñas. Sus texturas eran distintas, de muchos colores y otras opacas como la noche sin estrellas. Realizaban movimientos rítmicos, y otros, no se movían. Todos estaban allí, conectados en una corriente galáctica, que los unía en cuerpo y alma.

Y ahí estaba ella. La Reina estelar.

Su piel era de un celeste pálido brillante. Su cabello blanco muy largo que parecía danzar en el viento. Sus ojos se enfocaron en Moon, quién sintió una estática en todo su cuerpo.

La seguía con la mirada. Parecía decirle algo. Moon oyó sin oír en realidad que le pedía que la siguiera.

Y se desplazó hacia fuera de ese pequeño planeta, para sentarse en su nave espacial, estacionada en el aro de luz y gas de color rosado pálido casi inexistente que fascinó a Moon.

—Siéntate junto a mí, cariño. Veamos el cosmos —agregó con una voz que parecía no estar en ese lugar, pero que revoloteaba en la cabeza de Moon con profundidad.

—¿Samantha? ¿Eres tú?

Aquel hermoso ser femenino extrajo polvo de estrellas del ambiente y lo inhaló.

—Soy quién soy. Así como tú eres quién eres. Y todos... Somos uno.

—¿Entonces estamos conectadas?

Ella sonrió—. Estamos realmente fundidas —se acercó a Moon y la besó.

Fue una sensación maravillosa para la pelinegra. La buscó con sus brazos ocupando fuerza y en desesperación, pero sin hacerle daño. Pensaba que era efímera, etérea, y que se iría en cualquier momento. No quería perderla. Y la abrazaba para fundirse en ella, para no perderse a sí misma.

Sonó la alarma.

Moon se despertó experimentando un horrible dolor de cabeza producto del alcohol en exceso en su sistema desde anoche en la fiesta.

Fue directamente al baño y se bañó. Agradeció que no le habían dado náuseas, y aprovechó para prepararse el desayuno. Mientras hacía todo esto, no podía dejar de pensar en ese sueño que había tenido. Ese ser que se parecía mucho a Samantha, o que era Samantha, que le provocaba sensaciones sobrenaturales, le carcomía la razón.

Entonces, a medida que tomaba su café matutino, se percató de algo muy importante: ¿Dónde carajos estaba Sally?

Buscó su teléfono y la marcó con preocupación. A medida que escuchaba ese sonido intermitente, intentaba recordar cómo había llegado a su departamento.

Recordó lo más importante, había visto a Samantha Wood en la fiesta, con un hermoso vestido color vino, con un gesto de preocupación en su rostro, o frustración, y que tenía la necesidad de hablarle, después de tantos años.

—¿Moon? ¿Por qué me molestas tan temprano? Estaba durmiendo. —Se escuchó a Sally en la línea. Su voz carrasposa denotaba sueño.

—¡Sally, ¿dónde estás?!

Se escuchó un silencio.

—Uy, sé donde no estoy, en nuestro departamento —rio nerviosamente.

—¡Sally! Iré a buscarte enseguida. Rastrearé tu ubicación.

—¡No, mujer! ¡Estoy bieeen! ¡De hecho, muuy bien! —Aún seguía un poco ebria. Su tono de voz la delataba—. Dormí con un apuesto joven que me hizo gemir como sólo los caballeros te pueden hacer gemir, y ahora me ducharé y llegaré. Tú tranquila, ve a la Universidad. Sé responsable.

Conexión Galáctica [Girls Love]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant