Capítulo 11: Día de picnic

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Habían pasado dos días desde esa salida. Ella se sentía a gusto y yo feliz de verla sonreír. Me voy en dos días y ella tiene clases, no sé qué hacer.

Quiero ser capaz de disfrutar todo el tiempo que pueda con ella. Aunque soy consciente de que tiene clases en la universidad y está un poco preocupada por unos trabajos.

—¿Planes para hoy?—digo.

—Tratar de buscar ideas para el borrador del libro que me pidieron, aunque no sé, simplemente nada es de mi gusto—me dice desanimada.

—¿Y si salimos?—propongo con una sonrisa.

Tal vez sea bueno que se distraiga, no me gusta verla tan desanimada, sobre todo porque soy consciente del talento que tiene para escribir.

—Tal vez tomarme el día funcione—me sonríe.

Funcionó.

—Estás en lo correcto, ¿qué te parece si salimos de picnic?

—Me gusta la idea, déjame alistarme y salimos.

La veo levantarse de la cama y dirigirse al baño. Ahora la verdadera pregunta es qué puedo hacer para que le entren ideas para escribir.

Me dirijo a buscar qué ropa me voy a poner. Sería bueno ir con algo cómodo, uno nunca sabe qué puede pasar.

Pasa un rato y ella sale del baño. Es raro tener que irme otra vez, ya me había acostumbrado a estar aquí con ella y con mis amigos.

—¿En qué piensas tanto? —me pregunta curiosa.

En tener que dejarte otra vez.

—Estoy planeando la salida de hoy, sea como sea, vas a comenzar a escribir antes de que me vaya —sonrío.

—De irte —me dice desanimada.

—Aunque no quiera, sabes que debo ir.

—Lo sé.

—Soy tu novio, siempre voy a estar para ti, así que vamos a ponernos a trabajar en eso. Ponte algo cómodo para salir.

—Sí, señor —se ríe.

Me dirijo al baño. No tardo mucho, ya que me había tomado un baño antes. Al salir, me doy cuenta de que ella está en el balcón.

Sin hacer mucho ruido, voy directamente al cuarto y me arreglo sin problemas. Una vez listo, me dirijo al balcón y digo:

—¿Te parece si pasamos a comprar algunas cosas para completar lo que vamos a comer?

—Vale, me gusta la idea —me sonríe.

Me encanta su sonrisa.

Ella toma su bolso y salimos. No tardamos mucho en llegar al estacionamiento, ya que el ascensor llega rápidamente. La ayudo a subir al carro y luego entro yo.

—Cierto. Perdón por decirlo, pero te ves muy bien, amor—sonrío.

—Gracias, también te ves bien —sonríe.

Conduzco hasta el supermercado más cercano. Acordamos que solo yo bajaría a comprar las cosas para no tardar mucho.

La verdad es que no tarde mucho. Compré lo esencial: dulces, refrescos y algo de sal. No será un mal plan.

—No tardaste casi nada—dice irónicamente.

—Boba—me rio.

—Perdón, pues. No vuelvo a decir nada.

—Ya —le doy un beso.

—Conduce mejor—me tuerce los ojos.

La orgullosa ahora.

Destinos cruzados Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon