Capítulo 10: Chocolate y carros

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—Te dije que era mala idea comprar todos esos chocolates. No tienes autocontrol y ahora estás con dolor de estómago.

—Perdón, papá—le digo.

—Tómate esto en su lugar, te hará sentir mejor—me da un pocillo con té.

La verdad es que es el peor té que pude haber probado, aunque él está preocupado por mí y es esto o ir al médico. Y para ser sinceros ir al médico me sale mil veces peor, la última vez me internaron y me colocaron suero.

—Te gusta hacerme maldades, eh.—lo miro con mala cara.

—Nunca te dije que te comieras un pote de Nutella y una bolsa completa de chocolates tú sola, ¿o te dije que lo hicieras?—me dice.

—Bueno, ya—tuerzo los ojos.

—Procura tomarte todo eso en su lugar—me dice rabioso.

Veo cómo se va a nuestra habitación, me gusta tener a alguien cuando estoy enferma, con él me siento protegida. Ya me estoy acostumbrando a tenerlo aquí, ya no quiero que se vaya.

—Alistate, te tengo una sorpresa—me dice desde el cuarto.

—¿Me das una pista?—digo curiosa.

—No—me sonríe.

—Te odio.

—Yo sé que no es así—se ríe.

—Eres un payaso.

—También te amo, Liliana.

Veo que viene otra vez hacia la sala, aunque salgo corriendo hacia el baño y logro evitar que entre.

—Ni quería darte un beso, la verdad.

—Lo que digas, Carter—me río.

—Apura y báñate.

La verdad es que no demoro nada, ya me había lavado el cabello. Al salir del baño noto que él no está en el piso, así que puedo salir a arreglarme cómodamente.

Al llegar a nuestro cuarto veo en la cama dos hermosos vestidos. Por su aspecto, puedo decir que vamos a cenar y no a comer comida rápida. Nunca los había visto, es decir, que me los compró. Me acerco y sí, son de mi talla.

—La pregunta ahora es si es mejor el negro o el azul —digo para mí misma.

La verdad no sé qué ponerme, no suelo usar vestidos y David lo sabe muy bien, aunque si los compré fue por algo.

Por un lado, el negro es algo sencillo aunque elegante y no es muy llamativo, es mucho más de mi estilo. Aunque por otro lado, el azul rey es una completa belleza, tiene pedrería por todos lados. No es mucho de mi estilo y no me sentiría muy segura al usarlo, ya que es muy ajustado y tiene un gran escote.

—Ya llegué—lo escucho decir desde la cocina.

—Los vestidos son lindos, de verdad gracias—grito mientras termino de arreglarme en el cuarto.

—No tienes por qué agradecerme y lo sabes—dice.

Al final me termino poniendo en un arranque de autoestima ese vestido azul. ¿Puede que me arrepienta después? Claro que sí.

—Estoy lista, vamos—sonrío.

Puedo sentir toda su mirada que me mira de arriba a abajo, tengo nervios. No suelo usar este tipo de ropa, aunque voy a arriesgarme. De verdad me gustó mucho el vestido.

—Mmm, ¿tan mal me veo?—me río.

—Todo lo contrario, luces... no sé cómo expresarme en estos momentos, te ves sensacional.

Destinos cruzados Where stories live. Discover now