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La familia tenía un valor inmenso para los hijos de Visenya, y Daemon junto con la princesa bastarda se encargaron de proporcionarles lo que ellos nunca habían tenido: Ellos, guardianes de un lazo irrompible, les brindaron a los hermanos un regalo...

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La familia tenía un valor inmenso para los hijos de Visenya, y Daemon junto con la princesa bastarda se encargaron de proporcionarles lo que ellos nunca habían tenido: Ellos, guardianes de un lazo irrompible, les brindaron a los hermanos un regalo invaluable: un refugio donde la lealtad se traducía en disposición para sacrificarlo todo, incluso demoler una ciudad entera en su afán de protección. Sin embargo, esta fortaleza no pudo salvar a Dareen de su destino, un destino que dejó a Alysanne, la princesa, en un estado de vigilia perpetua, resistiéndose al abrazo del sueño y castigándose por no haber podido prever la tragedia que se cernía sobre su hermano.

Jaehaerys se había convertido en el pilar de sus hermanos. Sabía que Megara no poseía por completo la inteligencia emocional necesaria para ser el apoyo central, pero en parte lo hacía por él. No quería permitirse quebrarse por la muerte de su hermano, especialmente ahora, cuando los estragos de la guerra apenas comenzaban a hacerse sentir. Si Jaehaerys tuviera que señalar a su mejor amigo entre los hermanos, el nombre de Dareen surgiría como una respuesta dolorosa. Crecieron como los primeros varones, compartiendo secretos y confidencias. Dareen, su hermano mayor, fue su confidente más cercano, y ahora esa fuente de apoyo ya no estaba.

— ¿Cómo está ella? — Cregan preguntó en un susurro a su hermano, haciendo referencia a la reina roja, cuya figura no se había alejado de la oscuridad de su dormitorio.

— Mal, obviamente — exclamó Reid, el hermano mayor, con un tono pesaroso. — Y-yo... no he querido hablar con ella.

— ¿Por qué? — Cregan se inquietó ante la confesión de Reid. — Eres una de las personas que más apoyo podría otorgarle... hermano.

— Ella no necesita a nadie — declaró Reid, de alguna manera comprendiendo el tormento de la princesa. — Nadie puede brindarle el apoyo que necesita... perdió a su primer hijo.

La complicidad palpable entre la reina roja y su hijo mayor era evidente para cualquiera que presenciara el vínculo entre ellos. Dareen se había criado a semejanza de sus padres, aunque no compartieran lazos biológicos. Para él, Visenya y Daemon representaban su mundo y su máxima admiración. A pesar de las semejanzas evidentes, nadie sospechaba que Visenya no fuera la madre biológica del príncipe, ya que compartían características inconfundibles y un amor único. La pérdida del primer hijo de la reina roja dejó un vacío profundo en la familia, un agujero que marcaba el inicio de una guerra que amenazaba con despedazar lo que quedaba de su unidad.

A medida que se acercaba el momento del funeral de Dareen, Daemon exploró con la mirada el lugar, anhelando encontrarse con la mirada de su esposa. Sin embargo, ella brillaba por su ausencia, y una opresión inédita se apoderó de su pecho, intensificando la sensación de vacío causada por la ausencia de ella y de su primogénito. La ceremonia se desenvolvía en un silencio solemne, donde los rojos portaban su distintivo color, un recordatorio más que punzante de la pérdida del príncipe. El maestre se preparaba para pronunciar palabras de despedida cuando Daemax irrumpió en la escena, sobrevolando la multitud antes de aterrizar con ferocidad, rugiendo en un despliegue de furia. La sorpresa se apoderó de algunos presentes, como Cregan Stark, al contemplar a la bestia azul. Visenya, con decisión, se abrió paso entre la multitud, que se apartaba respetuosamente para dar paso a la reina roja. Daemon clavó la mirada en su esposa, pero durante unos segundos, no pudo divisar los brillantes ojos violetas que tanto apreciaba. Ninguno de sus hijos encontró palabras; la sorpresa de ver a su madre salir de su reclusión era abrumadora.

𝐏𝐔𝐑𝐄 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ⋆ 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora