EXTRA | ESPECIAL NAVIDAD

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Will envolvió sus manos en los bolsillos de la chaqueta de Jonathan, sintiendo el frío penetrar a través de las capas de ropa. La nieve caía suavemente, formando un manto blanco sobre los tejados y las calles.

Su hermano descansaba plácidamente en su habitación; era crucial que permaneciera en cama en esas bajas temperaturas para prevenir cualquier que se enfermara, está muy débil últimamente.

Will se unió a su madre cuando esta propuso dar un paseo. Le gustaba el invierno, a pesar de que no pasaba tan bien en él. Antes de salir, acarició a su cabra, que descansaba en el viejo sofá, y luego se unió a su madre, tomándola de la mano mientras caminaban juntos hacia la nieve.

A pesar del frío, le gustaba sentir el crujido de la nieve bajo sus botas y ver cómo cada copo se posaba delicadamente en su cabellera castaña. Casi no había nadie caminando en el distrito, debido al frío, las contraventanas de las achaparradas casas grises permanecen cerradas.

El aire gélido golpeaba sus mejillas, con paso firme, caminaba tomado de la mano de su madre, quien lo conducía por el sendero nevado, bastante lejos. El frío penetraba hasta los huesos, y el aire helado parecía robar el aliento con cada inhalación. Su casa se sitúa casi al límite de Mirkwood, apenas unas pocas puertas los separan de la tierra desolada conocida como la Pradera. Un enrejado metálico, coronado con alambres de espino, marca la frontera que separa la Pradera de los bosques y, de hecho, rodea por completo el Distrito 12.

Su madre se detiene frente a la valla. Will arruga el ceño, consciente de que normalmente debería estar electrificada las veinticuatro horas del día para disuadir a los depredadores que una vez deambulaban por las calles y bosques circundantes: jaurías de perros salvajes, pumas solitarios y osos.

Al ver que Joyce se acerca a la valla, Will la detiene rápidamente tomándola de la mano. —¡No, mamá! ¡Es eléctrica!

— ¿Escuchas algo? .- pregunta con una voz suave.

Will dedica un momento para aguzar el oído, alerta por si percibe algún zumbido característico que indicaría que la valla está cargada. Sin embargo, en ese momento, el entorno permanece en silencio absoluto. — No..- responde con cautela.

—Eso es porque no está activada .-murmura, extendiendo sus manos hacia la valla sin sufrir ninguna descarga eléctrica, dejando a Will sorprendido por ello. —A veces no está encendida. En realidad, con suerte, solo tenemos dos o tres horas de electricidad por la noche, así que normalmente no es peligroso tocarla. Pero los agentes de la paz fingen que lo está.

—¿No les preocupa que algún animal entre? .- inquire Will

—No, les preocupa más que nosotros escapemos.-suspira Joyce—. Pero las criaturas más peligrosas no residen en ese bosque..

La mirada confundida de Will es respondida por el gesto de su madre, quien toma su mano y pasa por la valla sin tocar los alambres.

—Ven, cariño, te mostraré algo.

Will la sigue, algo nervioso. Mientras mira el hermoso bosque a su alrededor, percibiendo un aire diferente, una sensación que no sabe cómo explicar, pero que definitivamente le hace sentir distinto.

Una vez adentrados entre los árboles, Will observa cómo su madre recupera un arco y un carcaj de flechas que estaban ocultos en un tronco hueco.

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