𝖠𝗏𝖾𝗇𝗂𝖽𝖺.

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William intentó tomar la mano del paralizado pelinegro antes de salir detrás de su pequeña, pero la brusquedad con la que Alexis se alejó le dolió más de lo que podía admitir, el chico se retiró de aquel agarre como si le desagradara su toque, como si no lo reconociera. El corazón del castaño dio un vuelco doloroso, mientras alejaba su mano de aquella anatomía de forma temblorosa. Nadie desea ser mirado con desagrado por alguien que amas, porque sí, amaba a Alexis aún cuando su proceso racional no se había encargado de admitirlo, pero aquello parecía ser insignificante cuando a centímetros suyos se encontraba su adoración mirándolo de forma quebradiza.

Al principio no lo entendió o deseó no entenderlo, deseó no entender del todo la mueca dolida y enojada en el rostro del azabache, los pasos que dió retrocediendo de su lugar, ni el insulto que susurró el más bajo con la voz rota. Quiso fingir que no sabía lo que se avecinaba, pero lo sabía, lo tenía claro como quién ve una historia repetirse, mas no mencionó nada más, no cuando su hija intentaba alejarse de la situación. Con el corazón dolido y los ojos cristalizados, sonrió suavemente antes de alejarse del azabache como este silenciosamente lo pedía, corriendo detrás de Tallulah lo más rápido posible.

Su pecho ardía mientras el viento frío golpeaba su rostro, sin permitirse llorar hasta encontrarse con su niña entre sus brazos y consolarla, porque ella era la que más merecía consuelo. Su respiración dió un vuelco cuando el fin del parque llegó a su campo de visión, con la gran avenida llena de autos furiosos cruzando el camino que Tallulah corría de forma descuidada, gritó su nombre varias veces mientras la desesperación lo recorría de pies a cabeza, acelerando más de lo que creyó que podía. Sus pasos se sentían pesados, casi como aquellos sueños donde corres de alguna persecución pero no parece haber resultado, te hundes en aquel suelo creado por tu propia desesperación.
Estaba cerca, pero no lo suficiente para tomarla en sus brazos, jadeando ante la falta de aire mientras la acera se terminaba y la castaña ponía una pie en la avenida, finalmente dándose cuenta del lugar en que se encontraba, observando a su izquierda como un vehículo se aproximaba a velocidad incalculable para ella. Su visión se realentizó y su audición pareció taponarse, tanto que apenas escuchó los bocinazos tormentosos mientras una parálisis aterradora se apoderaba de su cuerpo.
Cerró sus ojos esperando un impacto doloroso y un sueño profundo, pero aquello no sucedió, al menos no a ella. Aquellos brazos que rodearon su anatomía la alejaron con poca delicadeza del camino, empujandola hacia los límites del parque y dejando en sus ropas un perfume que deseó no reconocer. Estaba perdida, más allá de las palabras, cuando el segundo golpe estruendoso la trajo de vuelta a su realidad.

Tropezó en el sendero de tierra, tendida en su costado derecho, quedando frente al rostro sereno de su padre, a una distancia prudente. Aquellos ojos que siempre la miraron con cariño descansaban sin fuerza, cerrados como si el sueño lo hubiera consumido. Un hilo carmín se dibujaba en su sien, mientras la tela de aquella camisa color crema se había quemado ante el roce con el asfalto y la carne viva tomaba presencia. Sus ojos viajaron a los autos que vigilaban la escena, viendo como uno de los vehículos intentó impedir el choque al impactar al que venía hacia ella, logrando darle a su papá los segundos necesarios para recogerla de su inminente final, pero aquel desvío le costó el impacto al castaño.
La gente comenzaba a atormentarla, mientras todas aquellas familias que jugaban tranquilas minutos antes procedían a amontonarse a sus alrededores, como pudo, logró ponerse de pie y acercarse al cuerpo inconsciente, sin importarle el ardor en sus moretones ni las piedras en sus heridas, arrodillandose a un costado de su papá mientras depositaba lentas caricias en su rostro sereno, temblando frente al dolor y miedo. Los murmullos fueron opacados por las sirenas cercanas, mientras sus manitos se entrelazaban con una de las del castaño, finalmente sollozando cuando no existió fuerza en respuesta, cuando su papá no pudo apresar su manito.

 𝖬𝗋𝗌. 𝖲𝗆𝗂𝗅𝖾𝗒 𝗀𝗎𝗒. ★ 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗯𝘂𝗿   𝗧𝗻𝘁 𝗗𝘂𝗼. Where stories live. Discover now