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Rebekah tenía tantos sentimientos encontrados que le era difícil entenderse a sí misma.

Se sentía crudamente culpable por las sensaciones que la habían abordado esa noche cuando su cuerpo habia estado cerca del de su amigo. Se sentía emocionada por los celos de Cipriano y esperanzada, de que quiza, solo quiza, aquel trabajo fuera aquella llama que tanto necesitaba su matrimonio para volver a lo que habia sido alguna vez.

Su vida sexual con Cipriano siempre habia sido increible, al menos lo habia sido antes de la boda, pero en cuanto el anillo estuvo en su dedo y ella se declaró finalmente suya, todo habia cambiado. Por supuesto habia estado la luna de miel, pero incluso entonces algo dentro de Rebekah le habia dicho que las cosas estaban cambiando, no solo por ser su esposa, si no porque esa misma noche, la noche de su casamiento, Carpiano habia decidido descansar antes de arrancarle el vestido.

No lo culpaba. La boda habia sido a todo trapo y habían estado hasta que el sol los volvió a iluminar. El vino habia sido traído de Italia y no se habian escatimados gastos en hacer la boda que Rebekah habia preparado, casi sin ayuda de nadie, debido a lo ocupado que habia estado su, aquel entonces, prometido.

Ella siempre habia sido muy comprensiva, sobre todo en los primeros años. Cipriano y Harry habían estado trabajando duramente por años hasta conformar aquel imperio que ahora llevaban. Las empresas de marketing eran famosas, pero también muy riesgosas, dependían de una cartera de clientes y una cabeza que pudiera sostener el imperio sin delirar.

El dinero habia sido puesto por Harry, siendo siempre el que habia tenido el poder adquisitivo entre los amigos, sin embargo él habia incluido a Cipriano en cada paso, convirtiéndose en el segundo accionista mayoritario y también en su mano derecha y su consejero en casi todas las decisiones importantes, sobre todo cuando se trataba de dinero. Harry habia estudiado administración de empresas y marketing, al igual que ella, mientras que Cipriano habia estudiado contaduria, siendo uno de los contadores más importantes de Gran Bretaña y recibiendo una gran cantidad de dinero por las acciones que fue adquiriendo a través de los años.

Ahora, esa misma empresa, que le pertenecía un 30% a su esposo, era la que le estaba dando la oportunidad de reavivar la llama que ella creía, también habia apagado.

Intentó mantenerse relajada mientras se dirigían a casa. No eran muchas las veces que compartian auto, ya que Cipriano solía manejarse solo por la ciudad, al igual que ella, pero en taxis y aplicaciones.

Se sentía eufórica, no solo por lo que habia pasado ese dia en la sala de juntas, si no porque la mano de su esposo estaba escalando niveles hasta la piel oculta debajo de la falda que parecía haber activado algo en su marido, algo que creyó jamás volvería a activar en el. Se sintió extasiada cuando los suaves dedos de su esposo la acariciaron, separando sus rodillas mientras el conducía, cada vez más rapido, pero sin perder la concentración. Ella ya la habia perdido hacía diez cuadras atras, cuando él habia puesto su mano sobre su muslo.

— Cariño —, casi gimió Rebekah, mientras sentía las yemas de sus dedos acariciar suavemente aquella tela húmeda que cubría lo que su esposo habia estado desperdiciando durante meses.

Meses. Hacía meses que Cipriano no la tocaba.

Estaba eufórica y excitada. En su mente solo estaba el, su esposo, y aquella grata sensación de haberlo recuperado.

El la acaricio, de abajo hacia arriba, con dos de sus dedos, mientras ella suspiraba su nombre, sosteniendo su cabeza contra el respaldo e intentando que sus labios no fueran imprudentes en gemir su nombre. A el jamas le habia gustado que ella se comportara vulgar. Debía ser una dama, pero una dama jamás se permitiría masturbar en plena calle, y mucho menos por el conductor.

illicit affairs | Harry StylesWhere stories live. Discover now