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No se pueden resumir años de represión en tan solo unos instantes. Pero se pueden expresar con el sabor de la victoria entregada en la boca de quien siempre ha sido el objeto principal de tu mayor prohibición.

Rebekah beso a aquel hombre de la misma forma en la que él la besa. De la forma en la que siempre había deseado serlo y sintió gran placer al sentir aquella llama, que siempre había estado intentando sobrevivir en su pecho, renacer y avivarse como un fénix. 

Los ágiles dedos de Harry se saciaron al acariciar el rostro de la mujer que siempre había tenido cerca como una obra de arte en exhibición. Siempre perfecta y en su máximo esplendor para ser vista, pero no lo suficientemente accesible para penetrar. Rebekah se sujetó con tal fuerza del cabello que sintió cada hebra de él deslizarse entre sus uñas, mientras se aferraba con el instinto primitivo de jamás querer soltarse, incluso cuando sus pulmones ardían en llamas.

Sintió el golpe nada sutil de su cuerpo contra la pared más cercana y el cuerpo aprisionante del dueño de sus labios mientras la besaba con la ferocidad de los lobos. Hambriento y sediento, como si jamás hubiera sido alimentado. 

No lo había sido. Habían sido años de ayuno.

Su boca se quemaba contra la rigidez del hombre. No había tiempo de suaves caricias y sutiles vacilaciones. La desesperación de finalmente tocar aquello que se les había sido privado.

Las manos del hombre acariciaron el mentón y el cuello elegante de Rebekah mientras saboreaba su lengua y mordía su boca dejando una sensación picante y enfermamente dulce. Él acarició su piel y sintió su latido agitado debajo de las yemas de sus dedos mientras se adueñaba de toda la piel que siempre había deseado tocar. 

Ella reclamó algo de aire cuando finalmente él se dio el lujo de besar su cuello y lamerlo como quien saborea el plato antes de devorar.

La agitación de su cuerpo era evidente ante el otro, pero aquello intensificaba cada sensación que los abordaba, como si fuera un impulso adicional a lo que habían estado evitado hacer desde el primer instante que sus ojos habían cruzado en aquel bar extraordinariamente concurrido en la universidad, hace años atras. Cuando el hombre que sus mentes pareció borrar reclamo a Rebekah como suya, incluso cuando en su interior jamás lo habia sido. 

— Harry —, Rebekah probó el gemido de su compañero por primera vez en sus labios y Harry saboreo el placer de su voz temblorosa mientras sus manos se animaban a más, comenzando una expedición hacia la ruta que dirigen sus impresionantes piernas.

Ella pareció haber activado un destello adicional de electricidad en su cuerpo porque deslizó su muslo por el costado de la cadera masculina a través del sensual tajo de su vestido, aferrándose con su cadera a la otra y alineando de manera que el britanico tuvo acceso a aquel impresionante fragmento de piel que tan solo había existido la forma de tocarlo en sus sueños más secretos.

Acaricio cada centímetro de su pierna con la adoración enferma de un admirador mientras saboreaba el volver a sus labios, perdiéndose la oportunidad de escuchar su nombre ser mencionado por aquella boca que siempre había deseado, pero no se arrepiente, su nombre ahogado sabía incluso más dulce cuando ella volvió a repetirlo al sentir las manos del castaño alcanzar su jugoso trasero y servirse de él.

— ¿Sabes cuánto tiempo he deseado esto? —, murmuró el hombre contra su boca, dándole una tregua necesaria a su cuerpo para respirar. No fue mucha. Su boca volvió a devorarla y Rebekah perdió la cabeza.

No estaba pensando. No es que no quisiera, es que sencillamente no podía. No había nada en este mundo que fuera lo suficientemente relevante para quitarle un solo pensamiento a la idea de ser cruelmente besada, de aquella manera tan cruda y visceral.

illicit affairs | Harry StylesWhere stories live. Discover now