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Cuando es el primer día de colegio, uno siente expectativas y nerviosismos. Cuando vas a casarte, el dolor de estómago a penas te deja respirar. Cuando has estado parada frente a un test de embarazo, las manos te tiemblan y el pulso de desconfigura, y Rebekah había pasado por todas esas sensaciones, pero ahora, está era una nueva.

Al despertar sola en la enorme cama, todo se volvió extraño. Se levanta y se metió en la ducha, intentando repasar mentalmente aquellas clases en la universidad que sentía tan lejanas, pero por primera vez le iban a funcionar. Por primera vez, todos sus estudios y sus horas sin dormir, tendrían un propósito. Aunque fuera para arreglar una agenda y verificar contratos.

Se paseo desnuda por la habitación, normalmente no se lo permitiría pero, finalmente era el día de ella y nadie le diría que era bueno o no. Al menos hoy no.

Abrió el armario y suspiró, mordiéndose los labios mientras repasaba con las puntas de sus dedos arrugados las prendas que podría utilizar para el primer día. Debía dar una buena impresión. Por supuesto que Harry ya la tenía, sin embargo estaba interesada en aquel pequeño grupo de personas con quien debía trabajar y crear una imagen. Una imagen nueva. Una propia. Una que no estaría asociada con el rostro de Cipriano, solo el suyo.

Deslizó sus piernas por un conjunto de dos piezas de ropa interior, color negro, y entonces se colocó una falda de vestir de ese mismo color y una camisa azul, abierta en el pecho, dejando ver los collares dorados que estilizaban su elegante cuello. Se puso aros en sus orejas y los anillos que acompañaban al gran diamante que le recordaba su matrimonio con su esposo.

Soltó su cabello, perfectamente acomodado a sus lados y se maquilló, sutil pero suficiente para verse elegante. Se colocó perfume y tomó su cartera, observándose en el enorme espejo de cuerpo completo.

Allí estaba, la Rebekah que había creído siempre que iba a ver en el espejo.

Salió de la habitación y escucho a la ama de llaves, a quien saludo con una sonrisa enorme mientras se acercaba a tomar el café de siempre y colocarlo en una taza térmica.

— ¿Tiene planes, señora Rebekah?

— Así es. Harry me ha pedido que lo ayude por unos días en la oficina. Así que estaré yéndome para la empresa por un tiempo. ¿Cree poder empacar este desayuno para dos todos los días? Estoy casi segura que el no es está teniendo un desayuno decente en la mañana —, explicaba la mujer, mientras tomaba las bandejas de bocadillos y se los entregaba a la mujer mayor, haciendo que ella se pusiera manos a la obra.

Pasaron exactamente 10' minutos y el timbre de la casa sonó. Por un instante Rebekah sintió pánico, pero en cuando Rose le dijo que se trataba del chofer de Styles, una enorme sonrisa se depositó en su rostro e inmediatamente tomó su abrigo negro y salió a su encuentro, saludándolo con una sonrisa mientras sostenía una bolsa con el desayuno en la otra.

El viaje fue corto, sin embargo su estómago estaba tan estrujado que le parecieron horas. En cuanto llego a el edificio miro hacia arriba. Un enorme rascacielos repleto de vidrios y una estructura realmente imponente y maravillosa. La empresa de Harry era exactamente igual a el.

Sus tacones resonaron por el suelo y  mientras caminaba por el lugar sonrió con honesta felicidad. 

Habían muchas victorias que celebrar. La primera, era que al fin tenia un trabajo propio. La segunda, es que era un trabajo que realmente le gustaba. La tercera, es que no importaba que pensara Cipriano, finalmente tendría un trabajo y la ultima, habia sacado cita para recuperar su licencia de conducir. 

El ascensor la recibió y tocó el piso las alto, mientras podía sentir las miradas del resto de los empleados en su espalda. A medida que el tiempo iba pasando y con el, los pisos, noto que era la última en quedar en aquel ascensor, hasta el piso más alto. En donde estaban las oficinas de Harry y, por supuesto, Cipriano. 

illicit affairs | Harry StylesWhere stories live. Discover now