SEGUNDO CAPITULO

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Dentro del recinto, no difería mucho de un coliseo normal. Una gran multitud hablaba entre los asientos, y arriba, un palco indicaba que la Emperatriz estaría observando el torneo.

La espera se hacía larga. Leopold se movía de un lado a otro, nervioso e impaciente, esperando a que la Emperatriz se asomara para dar comienzo al torneo.

¿Cuándo saldrá esa mujer? Grita mucho y ahora no dará la cara... ¿Acaso de verdad no es la emperatriz?" se escuchaban murmullos de otros aventureros del torneo.

De repente, una presión intensa emanó del palco. Era como si un terremoto estuviera sucediendo, pero el suelo no se movía, solo lo hacía para algunas personas que cayeron al suelo, apoyando las rodillas y las manos, escupiendo sangre.


Algunos aún permanecían de pie, entre ellos Leopold, quien luchaba con todas sus fuerzas para no caer, y la elfa, que se mantenía a la par de él.

"¡Maldita sea! ¡¿Qué es esto?!" gritaba Leopold. "¿Qué es esta sensación tan fuerte? Es como si el mundo diera vueltas."

La elfa se acercó como pudo a Leopold y puso su mano en su espalda, de la cual emanaba una luz azul. Resultó ser la 'virtud' de la chica, quien estaba ayudando a Leopold a mantenerse en pie.

"Mater Arbor, sis mihi, per naturam, aquam, ignem et alia elementa, adiuva eos qui de sanctis tuis radicibus vitam hauriunt, ¡OH! Mater Arbor, da mihi potestatem." (Madre Árbol, sé para mí, a través de la naturaleza, el agua, el fuego y los demás elementos, ayuda a quienes obtienen vida de tus santas raíces, Madre Árbol, dame poder.) Recitaba la elfa mientras su mano libre se situaba en su pecho.

"¿Qué estás haciendo, orejas puntiagudas?" preguntó Leopold con un tono brusco, ya que no sabía qué estaba sucediendo.

Tan pronto como terminó de recitar, la mitad de los aventureros ya habían caído y otros luchaban para permanecer en pie. Fue entonces cuando Leopold cambió y dejó de sentir la presión, al igual que la pelirroja. Muchos estaban cayendo al suelo, mientras que otros seguían en pie, algunos como si no pasara nada y otros peleando con ellos mismos por mantenerse conscientes.

La Emperatriz sonreía observando a todos como un lobo mira a un cordero.

"¡Todos los que habéis caído desaparecer de mi vista, no valéis absolutamente para nada!" gritaba mientras la presión en el ambiente, que parecía haber sido creada por ella, desaparecía en un suspiro.

Mucha gente abandonaba el lugar agarrándose unos a otros, algunos arrastrando cuerpos inconscientes por el suelo. Algunos de los que no cayeron se miraban entre ellos sorprendidos, con una frase que destacaba: "¿En serio, hay gente de Rango A que no ha podido aguantarlo?"

"¿Qué ha sido eso?" se preguntaba Leopold en voz alta. "Se sentía como si algo fuera a explotar dentro de mí."

La elfa respondió, aclarando antes su garganta. "En mi región, al igual que aquí, se llama Virtus Pressura. Se trata de expulsar virtud a altos niveles en una zona, alterando la virtud de otros. Ten claro que no todos lo hacen a tal nivel, pero Salwa Caelia, la Mayor Corsaria, tiene altos niveles y gran capacidad. Has tenido suerte de haber salido de esta, estabas a punto de caer." La chica terminó sonriendo. "Espero tener un buen torneo contigo. Tu cantidad de virtud no es vergonzosa. ¿Alguna vez la has entrenado?"

"Claro, yo derroté hordas de enemigos en las montañas del oeste," decía Leopold orgulloso, aunque era una mentira.

"Eh... ¿Entonces tú vas con experiencia? Creía que los que peleaban en el ejército eran rango S o, como poco, A..." dijo la elfa riéndose de Leopold, pero sin malicia.

Dark VirtueWhere stories live. Discover now