46. Especial 1K likes: "Nacimiento"

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El primer toque del amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una suave luz matinal. Hiro Takashi, el legendario hechicero ciego, yacía en su cama, despertando no por la vista del sol, sino por su cálida caricia en su piel. Aunque sus ojos no pudieran ver, su corazón percibía cada matiz del mundo que lo rodeaba.

Giró su cabeza hacia el lado de la cama de Maki, notando su ausencia. Sonrió levemente, imaginándola ya en el campo de entrenamiento o preparando el desayuno, siempre activa con el amanecer.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una pequeña y alegre tormenta: Mai, su hija de cinco años, había saltado sobre él con la energía de un pequeño tornado. “¡Papá, despierta!” gritaba con una voz que destilaba felicidad y emoción.

Hiro soltó una risa cálida, extendiendo los brazos para abrazar a Mai. “Ya estoy despierto, pequeña. ¿Y tú? ¿Has estado corriendo por toda la casa desde temprano?” preguntó con un tono juguetón.

La pequeña Mai asentía con entusiasmo, su pelo verde ondeando con cada movimiento. “Mamá está haciendo panqueques, y me dijo que te despertara. ¡Vamos, vamos!” exclamaba, tirando de la mano de su padre.

Hiro se levantaba con cuidado, su ceguera nunca siendo un impedimento en su hogar, un lugar que conocía como la palma de su mano. Cada paso era seguro, cada giro preciso. Mai lo guiaba, hablando sin parar sobre sus juguetes, sus amigos y las pequeñas aventuras de su vida diaria.

Al llegar a la cocina, el aroma de los panqueques recién hechos llenaba el aire. Maki, con su habitual gracia y eficiencia, volteaba uno en la sartén mientras saludaba a Hiro con una sonrisa. “Buenos días”, decía con suavidad.

Hiro se acercaba, guiado por el olor del desayuno y la presencia de su familia. “Buenos días, amor”, respondía, encontrando su camino hacia ella con una familiaridad que solo años de amor compartido podían otorgar.

Mientras desayunaban, Hiro reflexionaba sobre su vida. Había perdido mucho, había sufrido y luchado, pero esos momentos sencillos, llenos de amor y risas familiares, eran su verdadero triunfo sobre las sombras de su pasado. Este era su nuevo amanecer, cada día, una promesa de esperanza y felicidad.

Kento, con sus veinte años y un aire de confianza heredado, entraba a la casa justo cuando la familia se disponía a desayunar. Su cabello rubio, un reflejo de su padre, se movía al ritmo de sus pasos seguros.

Maki, al verlo, no pudo evitar soltar un comentario en tono burlón. “¿De qué sirve que te hayas independizado si vienes a desayunar y cenar todos los días?”

Kento, con una sonrisa pícara, se encogió de hombros y respondió, “Es que no sé cocinar, mamá. Y nadie hace los panqueques como tú”. Se sentaba junto a ellos, mirando con aprecio los platos en la mesa.

Maki rodó los ojos, aunque una sonrisa juguetona se dibujaba en sus labios. “Eres igual a tu padre”, dijo, mirando a Hiro con un brillo en sus ojos.

Hiro rió. “¿Estás diciendo que también soy un desastre en la cocina? Creo que he mejorado con el tiempo”. Su tono era ligero, lleno de humor.

“Sí, de quemar tostadas a quemar pasta. Todo un progreso”, replicó Maki, sirviendo un plato para Kento.

Kento observó el intercambio, su rostro reflejando la diversión. “Bueno, al menos tengo a quien salir. Podría ser peor, podría haber heredado su sentido del estilo”.

“Oye, mi estilo es clásico”, se defendió Hiro, fingiendo indignación. “Pero tienes razón en una cosa, Kento. La cocina de tu madre es insuperable”.

“Lo que es insuperable es su paciencia contigo”, bromeó Kento, ganándose una carcajada de Hiro.

La conversación fluyó con facilidad, llena de bromas y comentarios afectuosos. Era una escena de cotidianidad y amor, un reflejo de la fortaleza y unidad de la familia Takashi. A pesar de las sombras del pasado, en aquel hogar reinaba la luz de la felicidad y la esperanza.

El Hechicero Pugilista (Oc X Jujutsu Kaisen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora