13- Idiota número uno a la vista

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—De mí no será.

—¡Kira! No te pego porque eres mi amiga. Eres tan terca que no quieres ver las cosas.

—No es eso.

—¿A no? ¿Y qué es? Tú sólo quieres que Arthur no se enamore de tí, ¿es eso?

—Pues... no lo sé.

—¡¿No lo sabes?! —Nicole sacude mis hombros—. ¿Acaso te gusta el bad boy?

—No... no lo sé.

—Ay mi madre —la chica suspira profundamente—. Tranquila, ahoga tus sentimientos con un vaso de agua. Por él no sientas nada. Ahora vamos a la cafetería. Tengo un hambre insoportable.

—Vale —asiento y la sigo sin mucho ánimo.

¿Arthur será como todos dicen?

Ay, no sé ni qué pensar. Un día digo que el bad boy no cambia y al otro tengo dudas de eso.

Lo que sí sé es que todos tenemos sentimientos. Los que algún día saldrán a flote por quien sea.

                          (...)

—¿Qué? No, ¿cómo piensas eso? —niego con mi cabeza repetidas veces antes la pregunta de Lucas.

—¿Así que no fantaseas con los protagonistas de los libros? No te creo Kira.

—No me creas entonces —me encojo de hombros y llevo la botella de agua a mis labios.

—Haré como que te creo solo porque eres mi amiga. Pero en el fondo no te creo. La mayoría fantasean con encontrar al chico perfecto para sus vidas, así como el protagonista de un libro.

—Todas desean un bad boy que le rompan el corazón y luego se den cuenta de que si la querían y que en realidades le...

—La historia esa puede ser basada en tí —Lucas eleva ambas cejas.

—¿A qué te refieres con: ser basada en mí?

—Arthur, el bad boy popular se fija en una chica que no llama la atención pero es muy guapa y siempre está a la defensiva, comienzan a hacer un proyecto y en las fiestas se...

—¿Dices que soy guapa? —entrecierro mis ojos.

—Sí, lo dije. Y no lo volveré a repetir —me señala —, ni lo pienses.

—No quería que lo repitieras.

—Menos mal.

—Uy, pero si el lector popular anda de coqueto por acá —detrás de mi espalda dicen y frunzo mi ceño.

Por unos segundos no reconozco la voz, hasta que recuerdo al chico que chocó conmigo.

Tomás. El popular al que todos le temen.

Vaya, vaya.

Idiota número uno a la vista.

—¿Necesitas algo? —le pregunto mirándolo por el rabillo del ojo, el chico sacude su cabeza y toma asiento junto a mí.

Ahora puedo observarlo bien y notar las pecas que abundan en su rostro.

De que es guapo lo es. Su rostro parece un filtro de Instagram andante, cuando en verdad es simplemente su rostro al natural.

Madres mía, con eso lo digo todo.

Que belleza de chico.

Ey, ey, que nada más puedes mirar a Arthur.

Ey, ey. Si tanto te gusta...

Cállate.

Ahora eres tú quien me manda a callar.

—No, sólo vine a saludar al lector —el chico me responde señalando a Lucas —. ¿Cómo estás Lucas? ¿Ya tienes a alguna protagonista de tus libros?

Lucas no le responde, sólo rueda sus ojos y saca su teléfono y se pone a deslizar su dedo por este como si con él no fuera.

—Pero que mal educado está el pibe este. ¿No le habrán enseñado modales? —Tomás me pregunta, yo ruedo mis ojos.

—¿No has escuchado la frase: a palabras necias oídos sordos?

—Sí, ¿pero qué tiene que ver eso?

—Que la está poniendo en práctica contigo —sonrío—. Así que ya puedes lárgarte.

—Ey ey, calma mamasita. Las sillas son de la utilidad de todos y nos podemos sentar donde quieramos.

—Hay más sillas vacías —señalo—. No es necesario que te sientes junto a nosotros.

—Una chica que siempre está a la defensiva, vaya, vaya —Tomás asiente—. ¿Ahora qué? ¿Me pegarás un puñetazo?

—No es necesario, no quiero ensuciar mis manos.

—Y yo no quiero tampoco que se las ensucie —el bad boy llega hasta nosotros —. Porque sería un desperdicio ensuciarse de algo asqueroso.

—Nadie te ha llamado Arthur —Tomás observa al bad boy con mala cara.

—A tí tampoco te llamaron y te sentaste junto a Lucas y a mi —le digo resoplando—. Así que no hables.

—¿Acaso ya volvieron a ser amigos? —Tomás mira a Arthur riendo—. No puedo creer que caigas tan bajo, Arthur Connor.

—¿Por qué no te largas? —cansada le pregunto.

—¿Por qué no te callas, pelirroja? Irritas.

—A ella le hablas bonito —Arthur le advierte—. ¿O quieres que te enseñe a hablar bonito?

—No es necesario. Sé hablar perfectamente.

—Entonces vete, hermano —Lucas golpea la mesa captando la atención de todos—. Aquí no eres bienvenido, y nunca lo serás.

—La mierda junta pesa más.

—Y la mierda solitaria se pudre más rápido —le doy una mirada de pocos amigos—. Si llegaste queriendo ser rey lamento informarte que los coronados ya están presentes, así que largo de nuestra mesa.

—Tiene agallas la mamasita —el pesado asiente—. Esas son las mejores en la...

—Largo Tomás o tendré que alejarte a la fuerza —Arthur cruza sus brazos —. Y miedo no tengo.

—Yo me largo. Y miedo tampoco tengo, sólo asco de que ustedes me toquen —Tomás se levanta—. Tengan buenas tardes, basuras.

Nos guiña un ojo a los tres y se marcha como si fuera uno de esos modelos que sí saben caminar en las pasarelas.

Lástima que sea tan guapo. Lo que suelta de su boca lo arruina por completo.

—¡¿Que no sabes callarte?! —Arthur y Lucas me dicen a la vez y pego un respingo.

—¿Pero qué les sucede? —les pregunto.

Los chicos se dan una mirada de pocos amigos y el bad boy se aleja de nosotros rodando sus ojos.

—Aún queda la conexión —asiento repetidas veces.

—Cállate —Lucas me pide —. Y aprende a tomar consejos. Ahora para Tomás pasaste a ser su nueva enemiga y su otra forma de entretenerse cuando esté aburrido.

Trago saliva sin saber que responder.

Sí, a veces meto la pata al no pensar en lo que cada persona es capaz de hacer.

No se puede bajar la guardia.

Siempre hay que tenerla en alto y más si las personas son como yo, que siempre se meten en líos.

El comienzo de todoWhere stories live. Discover now