3- Arthur machista

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                         <•Capítulo 3•>

«Kira Klein»

Deportes... ¿Para qué existen los deportes?

Bueno, hay personas a las que les gusta y ok. Pero a mí no, odio los deportes porque prefiero quedarme en casa a estar sudando bajo el sol.

Entro a uno de los vestidores y me quito el uniforme para ponerme la ropa deportiva que es violeta y blanca.

Al salir voy directo hacia donde está Nicole, que se encuentra observando a todos, lo más seguro sea para sacar algo para las noticias de la preparatoria.

—Hola —la saludo al acercarme.

—Kira, que bien que ya estás aquí.

—¿Por qué?

—Me enteré de que hoy hay pelea, pero no sé de quién es.

—¿Y qué quieres que haga?

—Que vayas y le preguntes a Arthur —señala al chico que está hablando con otro chico.

—¿Es broma? —enarco una ceja y ella asiente riendo.

—¡Claro! Debías mirar tu cara.

—Mala broma —elevo ambas cejas.

—¡Chicos! —el profesor nos llama y luego suena su silbato—. Vamos, hagan una fila y a las cinco comienzan a correr. Les estaré comprobando la velocidad.

—¿Correr? —pregunto con horror.

—Acostumbrate, el profesor es bien exigente y si no te sale trasero en sus clases es porque no tienes —Nicole ríe.

—Odio correr —le digo—. Apenas llego a los treinta segundos.

—Ni modo. Somos dos, linda —la chica se encoge de hombros.

—¡Uno! —el profesor comienza con la cuenta y todos se ponen en pose de correr.

Yo que ni sé hacer esa pose.

—¡Dos, tres, cuatro y.... Cinco!

De ahí todos salen disparados, hasta Nicole sale como si de eso dependiera su vida.

Madre mía. Help me.

Imito a todo el mundo y salgo corriendo a toda velocidad.

Cuando voy a penas por la mitad me detengo unos segundos.

Pero esa fue una muy mala idea.

Alguien pasa a toda velocidad y me lanza al suelo causando que caiga y el sol me dé en la cara.

He muerto de cara al Sol, gente.

—¿Estás bien? —me preguntan y cubro el Sol con una de mis manos para poder observar a la persona.

Aún así sólo veo un cuello tatuado y una mano estirada hacia a mí.

Atrapo la mano y esta tira de mí para ayudarme a levantarme.

Cuando estoy de pie sacudo mis rodillas y miro a la persona para llevarme tremendo susto.

Es él, Arthur Connor.

—Sí —asiento—. Estoy bien. Gracias.

—De nada —me guiña un ojo—. Ten más cuidado ¿eh? Te podrían hacer volar.

—Si es para llegar a la luna —me encojo de hombros.

—Yo podría hacerte llegar allí —sonríe de lado y continúa con su carrera.

El comienzo de todoWhere stories live. Discover now