Capítulo 20

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Aún quedaban unas horas para que llegara la hora de la comida. Nayra y Dan habían pensado en ir con sus pizzas a la playa. Sin embargo, el tiempo tenía otros planes para ellos. Hacía pocos minutos que un intenso viento se había levantado, lo que indicaba que se aproximaba una gran tormenta. Arruinado su improvisado plan de comer en su refugio, finalmente decidieron hacerlo en casa de la joven. La tendrían toda para ellos ese día.

Cuando llegaron, Nayra le ofreció a Dan darse una ducha. Con lo que había sucedido en su casa, sabía que el chico no había podido asearse. No es que en ese intenso fin de semana no hubiera recurrido a la esponja y al jabón pero no era lo mismo una ducha en condiciones que una donde tenías que compartir espacio y con un máximo de cinco minutos para acabar. Había muchos chicos y chicas examinándose y todos tenían que estar listos en una hora para llegar a la cena.

Dan aceptó su oferta y se lo agradeció hasta la saciedad. Necesitaba esa ducha.

Nayra le proporcionó todo lo que podría necesitar y se disculpó divertida por el gel y el champú, ya que, por unas horas, la fragancia de Dan dejaría de ser masculina para que su piel desprendiera un agradable aroma a flor de algodón y mimosa.

Dan la miró con una fingida expresión de horror y le dio un beso en la sien antes de volver a agradecerle que le dejara usar su ducha y prometiéndole dejarla tan limpia como estaba. Nayra se quedó un poco impactada por ese beso y asintió con la cabeza como si fuera uno de esos perros que se ponen en la parte trasera de los coches.

Una vez que el chico cerró la puerta, Nayra volvió a pisar la tierra y se quedó pensando en su comentario sobre dejar impoluta la ducha. No sería difícil, teniendo en cuenta que, Theresa, para ser tan presumida y cuidadosa con todos los virus y bacterias que habitaban en el mundo, era la primera en no recoger los pelos que dejaba cuando se lavaba la cabeza. No sabía cuántas veces habían tenido que llamar a un fontanero para que les desatascara el desagüe.

Y hablando de limpieza... Nayra puso los ojos como platos y corrió a su cuarto. Lo tenía hecho un auténtico desastre. Ropa tirada, papeles por todos lados, la cama deshecha..., en resumen, parecía que había pasado un huracán por él.

Comenzó a recogerla a contrarreloj. No es que tuviera planes de llevar a Dan a su habitación, pero mejor era prevenir que curar y dejarla lo más impoluta posible en caso de que pusiera un pie en ella. Dios, ¿por qué no se parecería más a su hermana en ese aspecto? Ella era una obsesiva con la limpieza del baño, pero Theresa lo era con la de su cuarto.

La dejó medio decente en cuestión de minutos. Claro que, había recurrido a un truco un poco sucio para recoger toda la ropa que tenía tirada. Simplemente había hecho una bola con ella y la había guardado en el armario. Le había costado cerrar las puertas, ya que la ropa no dejaba de caerse y atascarla, pero, tras varios intentos, lo había conseguido.

Nayra se apoyó en la pared con la respiración entrecortada y se pasó una mano por la coleta. Estaba completamente deshecha, así que se quitó la goma para ahuecar su cabello con los dedos y que pareciera un poco decente.

Poco después, la joven escuchó el sonido del pestillo, así que corrió al salón para sentarse en el sofá y fingir que todo ese tiempo había estado distraída con su móvil en vez de ordenando su desastre. Aunque se arrepintió de cogerlo. Apenas le hacía caso y era por la razón que ahora tenía delante. Cada día Liam le mandaba cientos de mensajes y en cada uno de ellos su estado de agresividad iba aumentando. No sabía cómo iba a reaccionar cuando se vieran y ella cortara toda su relación con él. Por primera vez, tenía miedo de que se le fuera la mano con ella. Sin embargo, si seguía posponiéndolo tanto, sería peor, así que decidida le escribió:

Cuando Todo AcabeWhere stories live. Discover now