Capítulo 14

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Nayra se despertó completamente desorientada. No sabía dónde estaba, pero sentía sus ojos doloridos e hinchados y le escocía un poco la garganta debido a que la tenía completamente seca. Frunció el ceño cuando la luz que entraba por la ventana le dio en los ojos y los cerró de nuevo. Se los frotó y al separar levemente los párpados vio que estaba en una habitación que no era la suya.

Su mente comenzó a aclararse y, sin poder evitarlo, volvió a llorar al darse cuenta de que a su padre le quedaba muy poco tiempo de vida. ¿Días?

¿Semanas? ¿Meses? No lo sabía pero el tiempo daba lo mismo. No mitigaría el dolor que sentía y sentiría cuando el momento llegara.

Se apartó la manta que cubría su cuerpo y buscó por el cuarto algún pañuelo con el que secarse las lágrimas. No quería salir de allí y que Dan volviera a verla con esas desastrosas pintas. Se avergonzaba de haberse derrumbado delante de él, pero no había podido evitarlo.

Aún le costaba creerse que Dan y D. J. fueran la misma persona y había decidido tomarse más días antes de volver a hablar con él. Sin embargo, cuando se había enterado de lo que estaba sucediendo a su alrededor, su subconsciente la había llevado hasta su casa, porque sabía que Dan era la única persona que la iba a apoyar de verdad.

Esa misma mañana, Liam había demostrado todo lo contrario con su inoportuno comentario acerca de Wendy. No podía contar con él para nada. Aún se preguntaba por qué no había acabado su relación en ese mismo instante.

Nayra continuó buscando por la habitación ese trozo de papel que necesitaba para adecentarse un poco el rostro, aunque sin mirar en los cajones. Eso sería invadir su privacidad y a saber qué encontraba si lo hacía. Prefería vivir en la ignorancia. Estaba claro que en ella se estaba mucho mejor y más feliz.

Al no encontrar nada, se levantó un poco el jersey de punto de color rosa palo que llevaba y se limpió la cara con la camiseta básica que vestía por debajo. Al menos no llevaba maquillaje, así que no la mancharía, pero la metería en la lavadora en cuanto llegara a casa.

Se miró en el espejo que Dan tenía en su cuarto y le dieron ganas de volver a llorar ante la imagen que reflejaba. ¡Estaba horrible! En esos momentos, le encantaría que su hermana estuviera allí con todos sus potingues para maquillarla y ocultar lo que el dolor había provocado en ella.

—Soy tan patética —se dijo a sí misma.

No sabía cómo salir de la habitación sin sentir vergüenza. Se había derrumbado delante, no solo de Dan, sino también de su compañero de piso.

¡Menuda primera impresión! Lo mejor que podía hacer era dar la cara cuanto antes. Así, más pronto pasaría el mal trago.

—Allá vamos —se animó Nayra pasándose un par de mechones tras sus orejas.

Abrió la puerta evitando hacer ruido y salió de forma tímida. Tomó aire y caminó por esa pequeña casa en busca de Dan. Lo encontró en el salón jugando con un gato negro al que le faltaba la pata trasera izquierda. Con su reloj, el chico reflejaba la luz del sol en el suelo formando en él un círculo y el gato lo perseguía continuamente para atraparlo. Como era obvio, no lo conseguía.

Cuando Todo AcabeWhere stories live. Discover now