La aprendiz de piscis (saint seiya the lost canvas)||En Reedición||

"Después de"

- Ya veo...debió ser muy difícil para ambas perder tan abuptamente a sus compañeros - era una voz dulce, serena, tenia el poder de apaciguar toda la carga emocional que ambas llevaban consigo desde que lograron salir de ese endemoniado lugar. - Me alegro que ambas volvieran con vida. - realmente no podían sentirse merecedoras de tales palabras. Si, volvieron con vida, pero, ¿aque costo? La información era prácticamente nula, estaban igual o incluso peor que antes ya que el número de caballeros para pelear había disminuido.

- ¡Athena! - hablo la azabache - no merezco sus palabras, nuestra intervención no logro su cometido, incluso empeoro nuestra posición en esta guerra al alertar a las fuerzas del inframundo sobre nuestras intenciones...

- Fuimos descuidadas, en consecuencia de ello nuestros compañeros murieron...- La caballero de Grulla intervino.

- Ambas están vivas, es lo importante, un guerrero muerto no puede pelear una siguiente batalla. Si hay un culpable, ese soy yo, subestime a Hades, lo cual fue un error garrafal. - la voz del patriarca era autoritaria, sin llegar a ser dura, se había mantenido expectante desde que ambas se reportaron en el templo principal, sin decir una palabra hasta este momento - han cumplido con su deber y eso es suficiente.

- Ahora deben descansar, recuperar sus heridas y calmar a sus amigos. - les ordenó la Diosa.

Ambas sintieron las grandes puertas de madera cerrarse a sus espaldas, soltando el suspiro mas largo de sus vidas, ¿pudo ser peor? Si, pero, Quizás fueron demasiado buenos con ellas y eso les molestaba.

Caminaron fuera del templo principal, marcando como destino la casa de piscis, habían muchas cosas de que hablar aun, pero como su diosa les había ordenado, era momento de descansar, mente y cuerpo les agradecerían el hacerlo. Cuando por fin llegaron a la doceava casa Ángel pudo respirar con normalidad, el sentimiento hogareño y los recuerdos de una simple promesa lograron apaciguar su frustración por el momento, lo había logrado,estaba en casa, sin importar el como, había logrado volver viva, como su maestro le había dicho, odiaba darle la razón pero... estaba feliz de que así fuera. Su compañera se despidió, no sin antes advertirle que debían aclarar un par de puntos no mencionados en su reporte al Patriarca, no le tomo importancia, contaría lo que paso, solo omitiendo algunos detalles, como al albino besándola o ayudándola, no era mentir ¿cierto?... debía aclarar su mente.

- Me pregunto por que siempre atraigo problemas ...- bufo molesta, algunas imágenes no deseadas se fundieron en sus parpados, era algo dañino recordar esa noche, no tenía punto de comparación pero por alguna extraña coincidencia lo recordó, aquel fatídico día la amenazaba con pesadillas constantes, en el bosque del Rey de los muertos se intensificaron aun más.

Se adentro en las dependencias de la doceava casa, su maestro no estaba, probablemente y como había sospechado anteriormente estaría en una misión, no tenía como saber cuando llegaría o siquiera cuando se fue, debía ser paciente si quería ver esa estúpida sonrisa arrogante que tanto trabajo le había costado acostumbrarse. Abrió la puerta de su pequeño cuarto, le resultó tan cómodo a la vista, tan acogedor, tan suyo, pronto se acurrucó en la cama, estirando su cuerpo con bastante fatiga, antes de entregar su mente a morfeo se quito con cuidado su nueva máscara, contemplandola por un momento, le costaría acostumbrarse a este nuevo complemento, todo lo nuevo era difícil de ajustar pensó, tratando de ser positiva, extrañaría su antigua máscara, por más que odiara esa estupida ley, ahora tenía un valor emocional profundo, la dejo aun costado de la cama no sin antes percatarse del pequeño sobre reposando en la cómoda a su lado, ¿habia estado siempre ahí?

Lo tomo entre sus manos, algo extrañada del que podría ser, no se imagino que el emisor de esa carta seria nada más ni nada menos que su maestro.