Capítulo 18.

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Holaaaaa! Cómo están? Les dejo capítulo nuevo!! Les cuento que he terminado semana de exámenes y que hoy estoy bastante cansadita pues tuve que cubrir un evento de la universidad):

*NO SE OLVIDEN DE VOTAR*

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Chille de dolor al estriarme. Aquello dolía demasiado y yo estaba haciendo todo mi esfuerzo para soportarlo.

<<Los brazos deben estar en paralelo, en línea con los hombros, y las palmas de las manos apoyadas en el suelo, separando los dedos para tener mejor agarre>> recordé sus palabras. Mis piernas no estaban del todo estiradas y miedo invadía mi cuerpo

—Solo un poco más Laine —me animo Jenny —, vas muy bien y te prometo que no voy a dejarte caer, aquí estoy. Solo estira un poco más.

—¿Y no se va a lastimar más con eso? —preguntó Joey.

—Shhh... —lo hizo callar Ashley.

—¡Muy bien!

Quise sonreír porque aquello quería decir que la postura se había logrado y en parte me sentía orgullosa de haberlo hecho. Llevaba años sin practicar yoga, la última vez que lo hice fu con mamá para aliviar un dolor lumbar que tenía.

—Respira —Jenny lo decía con tanta tranquilidad que me molestaba mientras yo me concentraba en no hacer un movimiento en falso —. Exhala poco a poco y baja los pies.

Lo hice tal cual dijo, mis ojos permanecían cerrados no quería ver la cara de los demás y estaba intentando mantenerme en calma, aunque también era consciente de que más miradas de las que quería estaban sobre mí.

Sentí mis pies tocar el firme piso y entonces abrí los ojos dejándome caer por completo sobre el tapete. Ashley y Anne me miraban con preocupación los chicos por su parte veían a todos lados sin saber exactamente a quien ver primero. Repose mi cara sobre el tapete dejando que las gotas de mi sudor lo empapasen.

—¡Por Dios estas rojísima! —dramatizó Ashley.

—Pues si. Aquí estoy yo, ¿cómo no estarlo? Es el efecto que causó en ella —. Respondió humildemente Joey guiñándome un ojo y mandándome besos al aire.

No tenía fuerza para responder los músculos de mis brazos palpitaban dolorosamente y mi respiración era agitada.

—Siguiente postura.

—¡NOOO! —chille —. Dame cinco minutos para recuperarme.

—En cinco minutos el calor de tu cuerpo disminuirá y te dolerá más.

—Te odio Ashley.

—Sabes que eso no es verdad —sonrió cínicamente —. ¡Anda levántate!

—Ya recordé porque no lo practicaba.

—Vamos Laine, ¿no te pesa ir al gimnasio, pero si el yoga?

Oprimí mi botella y la moje escuchando la risa de las demás.

—¡Estoy lisiada! —me excuse levantando las manos al aire —. No puedes tocarme soy indefensa.

Vi la sonrisa de quien cocinaba ensancharse y negar con la cabeza.

—Yo me rindo —le dije —, sigan ustedes.

Jenny nuestra instructora asintió.

Ashley y Anne no me dejaron sola en ningún momento desde que se enteraron de lo que ocurrió, era lindo sentirme apoyada por tantas personas. Ambas se tomaron perfectamente al pie de la letra eso de no dejarme sola y de que tenía que permanecer en reposo todo ese tiempo, así que optaron por contratar a una instructora de Yoga y a su pequeño club —que en realidad eran solo tres chicas más —e invitarlas a casa.

El chico de la azotea.Where stories live. Discover now