—¿Están bajando?

—¡Sí, aquí vienen!

En un par de segundos, HoSeok llegaba a la entrada del salón, detrás de él, Yoongi iba cabizbajo. Ahí, Rosé, Francesca, Madre Berenice y JiEun esperaban a Taehyung y Jungkook, quienes caminaban hacia ellos para dar por iniciada la noche.

—Oh... — murmuraron cuando los vieron pasar.

Taehyung Marcini caminaba con su elegancia característica y su sombrero favorito, portaba un nuevo jubón – igualmente, rojo – que mandó a hacer a medida. Además, en su cuello que dejó un poco al descubierto a propósito, descansa un llamativo collar de rubí, que aun así no compite con la belleza de su rostro, más sereno que los días anteriores para transmitir la calma que ahora siente su alma.

Jungkook Rossi iba tomando el brazo izquierdo flexionado de su amante, minutos antes de salir de la habitación, el mayor le dio una camisa de lino roja. Según él, para estar combinados y vaya que consiguió lo que buscaba, pues su familia los veían con una sonrisa alegre en sus rostros.

Madre Berenice soltó un par de lágrimas

También, porque algunos se dieron cuenta de los relucientes anillos que brillaban a pesar de la escasa luz que daban las velas.

—Aceptó — murmuró Rosé, quien ya sabía de los planes de su hermano —. ¡Aceptó!

Yoongi sonrió en grande, lleno de satisfacción por ver al que consideraba su hermano con una radiante sonrisa al bajar las escaleras y llegar hasta ellos, olvidando el mal rato que pasó hace tan solo unos minutos. Nada era más importante que la felicidad del centro de este hogar ahora.

—Realmente... Se lo pediste. — Dijo, ganándose una mirada confusa de HoSeok.

—¿Qué? ¿Qué pidió y qué aceptó? — preguntó el rubio, siendo el primero en acercarse a la pareja. Abrió la boca y la cerró de inmediato cuando su maestro alzó su mano izquierda —. Taehyung... U-Ustedes...

—Sabemos que ahora no es posible, pero... — dijo el castaño, mirando con adoración a su prometido —. Queremos creer que es simbólico. Esto solo es la representación de nuestro amor en su estado más puro.

—Y esperanza — le prosiguió Jungkook —. Nuestro amor y esperanza de que, algún día, esto pueda concretarse de la manera correcta y justa para todos.

HoSeok quería llorar.

Y, efectivamente, lo hizo.

Un poco de felicidad, añadió un poco de tristeza o una pronta nostalgia, quién sabe. Se acercó hasta la pareja y no dudó en rodearlos con sus brazos para esconderse entre sus cuerpos, la plenitud y amor de ese par se transmitía con la brisa de la noche cálida y se acentuaba en su corazón tal manto que usa para dormir, dándole la seguridad de cerrar sus ojos ante los peligros ya inexistentes de la oscuridad.

—Ya, niños. Basta de lágrimas — llamó la atención Berenice, quien también se encontraba limpiando sus mejillas —. La cena está servida.

—No esperemos más, entonces. ¡Será nuestra primera comida en familia! — exclamó Rosé.

Taehyung asintió, aunque le fue inevitable no ver el tramo de escaleras a su espalda y que le dirigía a las habitaciones, en una de ellas su madre debería de estar expectante a dicha celebración.

HoSeok se separó de ellos, reanudando su semblante y porte firme mientras limpiaba sus lágrimas, Berenice lo atrajo a sus brazos para empezar a caminar al comedor.

—¿Vamos, amor?

Marcini cayó en cuenta que seguía con la mirada perdida y su Noche no había dado el atisbo de dar un paso sin él, lo cual le llenó el corazón.

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