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— Out  —mire con molestia al juez, había sido línea aquí y en la quebrada del ají

— Ya cálmate — Dani susurro intentando tranquilizarme, chocamos los puños.

Estoy muy frustrada, llegamos a este país hace una semana, ayer comenzaron los juegos, y hemos empatado en la mayoría de los partidos dobles.

No he podido concentrarme, no desde aquella discusión con Jungkook, en la que dejamos de hablarnos, de hecho, no lo he visto.

Antes, siempre venía a verme, y cada que me veía frustrada él me hacía un siete con los dedos, ese es su número de competidor y yo hacía el dos, no es mi número, el mío es nueve, pero si sumamos siete y dos dan nueve, nunca nadie lo ha notado, el dos se puede notar como un signo de paz o un conejo, y el siempre ha hecho él siete con sus manos.

Bueno, ahora no tengo quien me de fuerza de esa manera.

Comienzo a rebotar la pelota en la cancha, preparándome para sacar, hace unos instantes nada más, Dani marcó un punto, de hecho ella los ha hecho todos, yo solo estoy siendo una molestia.

Levanté la pelota en el aire, salto y golpeó con mi palma abierta, ellas responden, JungSan para ser precisos y me plantó frente a la red para bloquear, al fin marqué un punto.

— ¡Vamos! —grito y empuño mis manos en celebración.

Dani se acerca a mí, nos abrazamos y chocamos los puños, busco con mi mirada a ver si está entre la multitud, pero no lo veo.

Carajo, en qué persona me he convertido, por él.

Me pongo en posición, la veo a ella directamente, quien mira hacia arriba, y sonríe, movió su mano como si saludara, era él, lo intuía, pero debía confirmar, por lo que mire detrás de mí.

— ¡Concéntrate Aranza! —grito el entrenador y me quedé pasmada viendo cómo la pelota pasaba por mi lado, lo ví aplaudir, sonreír hacia ella, un nudo se formó en mi garganta y debí pedir tiempo para beber agua y quitar ese dolor que se adueñaba de todo mi ser.

Claro, ella es su novia, que caso tendría que me apoyara a mi, solo fui parte de una noche y ya.

— ¿Qué sucede contigo? Dime qué hay una razón lo suficientemente grande para que no estés en este partido —gritaba mientras la vena del entrenador se inflama cada vez más.

— Ya, señor, solo tiene un mal día.

— Mal día tendré yo si perdemos.

— Necesito llamar a mamá —dije, el entrenador y mi amiga se me quedaron viendo— Prometo que jugaré mejor, solo, déjeme llamar a mamá.

— Un minuto —advirtió con su dedo, busqué mi teléfono y llame, al segundo tono contestó — Mami —mi voz sonó en un hilo.

— No dejes de pelear, no dejes de luchar, no dejes de rugir, así el mundo sabrá que hay una guerrera entre nosotros.

— ¿Y Yohan? —pregunte con un sollozo.

— Extraña a su madre —escondí mi rostro con mis lágrimas cayendo.

Asentí a ello y corté el teléfono, limpie mis lágrimas y evité ver en esa dirección, Maldito Jeon Jungkook, maldito lo que me hace sentir.

Los siguientes puntos, fueron solo para nosotras, no la deje anotar, no deje de ver sus movimientos y comprendí que siempre tenía las mismas técnicas, así que…

¡Ganamos!...

Pero mi corazón, perdió.

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