2

53 13 0
                                    




— ¿En qué piso estarás? —preguntó Dani al llegar a mi lado con la tarjeta de su habitación.

Hace unas horas habíamos llegado al aeropuerto internacional de Incheon, una van nos esperaba a los deportistas y luego, trasladó hasta nuestro lugar de competición, Busan.

— En el 501, piso 5 ¿Tú? —conteste mirando mi pase.

— 503 estaremos cerca —dijo con emoción.

— ¿Pijamada? —subí mis cejas en complicidad.

— Aranza Bello —escuche mi nombre en un español bruto, su voz erizo toda mi piel y mi corazón comenzó a latir con fuerza en mi pecho.

Di un leve suspiró, con molestia, claro está, Dani siempre decía que no nos entendía.

Solemos molestarnos al otro, contestar de mala gana o desearnos mal, por eso llegamos a lo que llegamos.

Gire sobre mis pies y debí levantar un poco mi vista, la sonrisa latina en sus labios me ponía boba, y babosa.

— Creo que deberías pagar extra por las lecciones de español. —dio una leve carcajada y su grupo de amigos llegó a su espalda, entre ellos, una chica que se puso a la par de él, la que me miró de pies a cabeza y sentí gran molestia, no por como me veía con desprecio, sino por la cercanía que ambos tenían.

Creo que me expuse yo misma, mis ojos no se despejaban de ella, y de cómo su brazo tocaba el cuerpo de Jungkook, trague costosamente y despabile, es normal que luego de años él encontrará a alguien

— Te presento a JungSan, competirá contigo.

— Un gusto —dije reverenciando, estoy en su país y debo adecuarme a sus costumbres— lo siento, debemos irnos —tome la mano de Dan e intente alejarme.

— Feliz cumpleaños —dijo en mi lengua natal, aún no lo olvidaba, y siempre en esta fecha recibía un mensaje o correo de su parte saludándome, reverencien nuevamente a el.

Sentía que vomitaria en ese mismo instante, ¿que es esto que está en mi ser?, no logro controlarlo.

— ¿Estás bien? —Dani apretó el botón para que las puertas del elevador se cierren, y yo evité mirar en su dirección.

¡Maldición!, parezco una niña de quince.

— Solo quiero llegar a mi cuarto

Apenas las puertas se abrieron decidí caminar hasta que encontré el número de mi cuarto, escuchaba la voz de mi amiga, pero no podía prestar atención a sus palabras, si no llego al inodoro juro que vacié mi estómago aquí mismo.

Deje mi bolso en el piso y me adentre hasta abrazar el W.C… que malos recuerdos de ese sabor en mi garganta, claro que aquella vez era una causa diferente

VoleiLove Where stories live. Discover now