veintinueve.

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Connor suspiro aliviado al ver que Miranda—dentro de lo que cabía—estaba medianamente bien.
De no haber sido por eso, hubiera tenido que ir desperdigando pan como un loco por el laberinto.

—No hace falta que digas nada ahora mismo. Lo importante es que nos vayamos de aquí TODOS cuanto antes.—Connor frunció sus labios en una mueca de preocupación.—No creo que puedas levantarte con ese pie. Te ayudo, venga, vamos.

Miranda bufó y negó con la cabeza. Trató de levantarse ella misma, empeñada en no necesitar ayuda de ningún tipo.

—Yo- yo puedo...—Miranda balbuceó, su voz era débil y hablaba casi susurrando.

Claramente, al tratar de pisar el suelo soltó un quejido de dolor y se tambaleó hacia atrás. Connor rápidamente la agarró y puso el brazo de la semidiosa sobre sus hombros, para que ella se apoyase.

—Así mejor. ¿Puedes contarme qué te ha pasado?

—Mhm.—Miranda tomó aire antes de hablar.—Ha sido un... minotauro. Grande. El Minotauro.

—¿El Minotauro? ¿El? Espero que sea una broma.—Connor abrió los ojos como platos y echó su cabeza levemente hacia atrás, completamente sorprendido.—Raro.

—Sí.

Miranda hizo varios gestos de abatimiento con las manos. Estaba completamente exhausta. Connor asintió, no querría articular más palabras por ahora.

El hijo de Hermes silbó, a lo que Cerbero soltó un agudo ladrido y comenzó a correr. Thalia y Travis seguían tratando de ganarle terreno al minotauro. Cerbero aulló y se abalanzó sobre el monstruo, comenzó a ladrar y ladrar, dando vueltas alrededor de la criatura, que comenzó a observar al perro.

Travis sonrió mofándose de la bestia. En cuestión de segundos, Thalia gritó con todas sus fuerzas, atacando sin piedad al ser, seguida de Travis saltando encima del minotauro y de alguna manera, subiéndose en los hombros de este.

Thalia le clavó su daga en el costado, múltiples veces, cosa que hizo que se retorciera de dolor aquella monstruosidad.
Travis comenzó a gritar mientras permanecía subido a los hombros del ser; cuando se retorcía Travis parecía estar subido a un toro mecánico, gritando y riendo.

—¡¿AHORA QUÉ, EH?!—Travis gritó.—¡Yujuuu!

El pequeño Cerbero regresó corriendo al lado de Connor, que había dejado que Miranda se sentase en el suelo, ya que estaba un poco desorientada y mareada.
Miranda tenía la cabeza aún con restos de sangre, y estaba con los ojos entreabiertos.

Travis seguía disfrutando de aquel momento de montura de minotauro a como si fuera un niño pequeño en los coches locos de una feria.
Para poner la guinda en el pastel, a veces daba pataditas al minotauro.

Miranda abrió los ojos lentamente y tiró del pantalón de Connor, que se agachó para ponerse a su altura y escucharla mejor.

—Connor, matadlo. Si lo matáis, nos podremos ir. Me lo dijo Minos.—Miranda tomaba grandes pausas entre frases. Con dificultad, agarró una daga que tenía en una vaina atada a la pierna.—Toma. Usa esto.

Connor agarró la daga y llamó a Thalia. Ella se giró y observó que Connor tenía en sus manos la daga de Miranda.
Thalia asintió y la cogió con rapidez, le lanzó una mirada furtiva a Travis, que siguió mareando y molestando al minotauro con sus tonterías.

Thalia agarró con fuerza la empuñadura. En un momento se tiró hacia el monstruo y se la clavó en el pecho, rasgando hasta abajo, cortando sin piedad.

El minotauro se cayó redondo al suelo. Travis cayó encima suya, levantándose al momento.
El semidiós se apartó un poco de la aberración, y comprobó que estuviera muerto, dándole una patada (mejor dicho, varias) en la cabeza.

Thalia corrió al socorro de Miranda, esperando que todo estuviera bien. Connor se hizo a un lado y dejó a las hermanas tranquilas.

Thalia colocó su mano en la cabeza de su hermana pequeña, susurrando cosas y acercando su cabeza a su pecho, abrazándola con fuerza.
Miranda apretó el brazo de Thalia con afecto.
Una voz resonó en el laberinto entonces.

—Me habéis superado. Me habéis derrotado...—La voz resonaba con desdén, quizá hasta con tristeza. Minos sabía que no sería bien recibido por la persona que solicitó su ayuda nunca más.—Os maldigo. ¿Escucháis? ¡Os maldigo!

Travis y Connor se encogieron de brazos mirándose el uno al otro. En un parpadeo el laberinto despareció, y estaban de vuelta en el campamento que habían hecho para pasar la noche anteriormente.

—Aleluya.—Connor se tiró encima de su saco de dormir, frotándose la cara por el cansancio.

Travis iba a hacer lo mismo, hasta que se percató de que Thalia seguía pegada a Miranda.
El joven se asustó profundamente, pensando en que no se iba a recuperar bien la chica que... que había compartido tanto con él.

—¿Thalia? ¿Está bien?—Travis se acercó a ellas rápidamente, mirando a Thalia con preocupación.

—Shhh.—Thalia colocó su dedo índice de la mano derecha sobre sus labios, sujetando la cabeza de Miranda con su mano izquierda sobre su regazo.—Sí. Necesita descansar mucho. Connor ya le ha dado un poco de ambrosía. A lo mejor tarda unos días, pero está bien.

Travis asintió lentamente, alejándose y sentándose sobre su saco de dormir, junto a Connor. El fuego de la pequeña hoguera seguía repiqueteando, manteniéndolos en calor.
El silencio y la tranquilidad se apoderaron de ellos, el calor y brillo del fuego les abrigaba; el abrazo de Hestia.

Decidieron descansar. Podrían estar orgullosos de admitir que cada vez estaban más cerca del final de aquella misión, y habían superado otra encrucijada.

Todos durmieron, Thalia se aseguró de que su hermana no pasase frío, rodeándola con su brazo y tapándola bien.
Connor abrazaba a Cerbero mientras dormían, y Travis daba vueltas dormido en su saco de dormir.

Mañana sería un día nuevo, plagado de más enemigos, recuerdos, aprendizajes y quién sabe... también de suspense y amor.

SANGRE DE ZEUS. ➵ TRAVIS STOLL ☤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora