🔸21. Pensando en volver

678 67 10
                                    

*

El desastre comenzó a tranquilizarse una vez que capturaron al villano.

Había tomado casi un par de semanas más. Realmente ya todos estaban hartos de toda la situación y del riesgo a la que el tipo estaba sometiendo a las personas. Así que al décimo tercer día desde que Eijiro empezó a trabajar desde casa, cuando su celular zumbó sobre la mesa, supieron que todo se había terminado gracias a la estrategia que Izuku había planeado y dirigido con otros de sus amigos.

Eijiro lo miró con una expresión de culpa cuando dijo que debía ir a la agencia para terminar con el caso. Katsuki rodó los ojos cuando vio a su padre llegar unos instantes después de que su esposo abandonara su casa. No lo admitiría en voz alta, pero su mente se alivió por no quedarse solo.

Con el jodido asunto resuelto, los siguientes meses se volvieron un poco más sencillos. Bueno, lo más sencillos que podían al ser padres primerizos y al mando de una agencia.

Para fortuna de los dos, la rutina de sueño de Akane empezó a acomodarse. Su hija ya no se despertaba cada pocas horas para tomar leche o para un cambio de pañales, lo que le daba más tiempo de descanso a Katsuki. Además, con Eijiro en casa, era más fácil dividirse los quehaceres mientras que el otro se encargaba de Akane.

Las consultas con la psicóloga también continuaron. Entre conversaciones para gestionar emociones e incentivos para concentrarse también en sí mismo, la mente de Katsuki disminuyó el desastre que había desatado y el sentimiento de abandono que se había apoderado de él.

Se empezó a sentir mejor. Mucho mejor.

Así que fue cuestión de tiempo para que pudiera volver a entrenar. Empezó con ejercicios ligeros para recuperar la agilidad en sus músculos y tonificar su cuerpo, pero luego empezó a ir más allá, justo como lo había hecho antes de que esperara a Akane; fue así como se volvieron más frecuentes las peleas cuerpo a cuerpo con Eijiro y otros movimientos más intensos con otro de sus amigos. Eran momentos solo para él y que le daban un respiro de todo.

Mientras tanto, su pequeña revoltosa crecía más cada día. El gris que pintaba sus iris cuando nació se tiñó de carmín con el pasar de los meses, del mismo tono de Eijiro; y ahora, con cinco meses, ya estaba lo suficientemente grande como para identificar a quién se parecía. De Eijiro, tenía la forma de los ojos, grandes y con largas pestañas, así como también su espeso cabello azabache. El resto de Akane, era idéntico a Katsuki, sobre todo en ese pequeño ceño fruncido que tanto le causaba gracia a Eijiro.

Eran buenos tiempos, y lo fueron aún más cuando una buena noticia llegó a sus oídos.

—Repite eso —dijo a la persona frente suyo.

—Que Shoto y yo seremos padres —repitió con una sonrisa en su rostro. Sus ojos verdes brillaban con alegría pura—. Nos enteramos hace un par de días cuando fui a un chequeo de rutina. Tengo ocho semanas.

—Siempre tienes que hacer lo mismo que yo, ¿no, nerd?

—¿Has oído de la fiebre de bebé? —dijo él, como si fuera un motivo suficiente.

—Idiota.

Izuku rió con ganas antes de acercarse a él para abrazarlo. Ese jodido idiota. Siempre tan pegajoso.

—Me encargaré de que mitad y mitad esté contigo en todo momento, ¿me oíste? —murmuró Katsuki en su oído.

Era lo mínimo que podía hacer por ellos después de toda la ayuda que les habían ofrecido durante estos meses.

Sintió la sonrisa de Izuku sobre su hombro.

—Gracias, Kacchan.

Katsuki rodó los ojos.

Una llegada [in]esperada [Kiribaku mpreg]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें