Capítulo 14.

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—¡Deja de reírte! —le aventó el papel que había arrugado entre sus manos, haciéndolo una bola

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—¡Deja de reírte! —le aventó el papel que había arrugado entre sus manos, haciéndolo una bola. —No es divertido. 

—Claro que lo es. —Taylor levantó las cejas. —¿Cómo puede ser posible que tu hermano te aventara de una montaña sin las ruedas pequeñas puestas en la bicicleta?  

—Dijo que sería más sencillo que aprendiera a andar en bici.  

—¿Y lo fue?  

—No, te estoy diciendo que me caí.  

La sonrisa del alfa se hizo más grande, tenía pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos. 

—¿Qué te da risa? —La expresión del omega era de desconcierto, de quien desconoce y no logra entender una situación. —¡Pude morir!  

—Eras muy ingenuo. —apoya sus manos sobre el escritorio y recargar si barbilla sobre ellas, mirando con atención a Nick.  

—¿Era? Sigo siendo ingenuo e inocente.  

—Dudo que te quede una pizca siquiera.  

Nick finge reírse, pero su mirada muestra toda menos indignación, es coqueta, juguetona.  

—Bueno, ya te he contado un momento vergonzoso mío. —se acomoda sobre la silla. —Tu turno.  

—Creo que no he tenido alguna.  

—¡Oh, vamos, no puedes ser tan tramposo! 

—¿Me estás diciendo mentiroso? 

—¡Pues claro! —sus manos se dejan caer sobre el escritorio. —Todos tenemos un momento que nos da vergüenza, o más, de nuestra infancia.  

Nick lo ve acariciarse la barbilla, fingiendo pensar y entrecierra los ojos, acusadores, a punto de reclamarle.

—Este tiene que ser un secreto. —Se inclina, desapareciendo la distancia entre ellos.  

—Sí, claro. —susurra, como si alguien más estuviera en la habitación.  

—Cuando tenía cuatro años, fui al hospital. 

—Eso no es divertido, ni vergonzoso. —lo interrumpe.  

—Déjame acabar. —Nick finge cerrar sus labios con un candado. —Me gustaba mucho Spider-Man, pero era uno de esos gustos que disfrutas, cualquier cosa que sucediera y no tuviera explicación, yo creía que él había sido. Entonces, yo dedicaba mis días a buscar arañas.  

—No... —jadeó, imaginándose lo que vendría.  

—Oh, claro sí. —asintió con una sonrisa en su rostro. —Un día la encontré, en una esquina, sobre su telaraña e hice que me picará.  

—No jodas, Taylor. ¿Qué pasó? 

—Nada, lamento desilusionarte, pero los malestares no eran porque me estuviera convirtiendo en Spider-Man, simplemente eran por el veneno. 

Indeleble •Taynic Galikhar•BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora