Desde que miró fijamente la carta que su padre le había entregado, sabía cuál sería su sentencia.
El sello dorado de la familia Galitzine adornaba el papel pergamino, una señal de la importancia de su contenido. La noticia que derramó la tinta en...
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Comenten o me hago wey y no actualizo.☝️
La tela de las sábanas en la cama le pican la piel. Siente su cuerpo caliente y su respiración es más pausada, pesada de lo que recuerda, en cada exhalación de aire siente que le cuesta inhalar más. Lleva una de sus manos hacia su frente y se da cuenta de que está bañado en sudor, puede sentir su piel húmeda, se mueve incómodo, asqueado.
—¿Despertaste? —aquella voz le suena familiar, pero entre su ensoñación no distingue al portador. —No te preocupes, estás bien.
Hay un ligero apretón en su brazo derecho, reconfortante, cálido y quiere más.
Sus ojos se abrieron de a poco, con calma. No sabía por cuánto tiempo había dormido, pero le costaba que se adaptaran a la tenue luz que se filtraba en la habitación.
Había un fuerte ruido golpeando sobre el techo de la cabaña, escuchaba el viento soplar y estaba algo más, un aroma... ¿A qué olía?
—¿Qué me pasó? —su voz salió ronca, las palabras rasparon su garganta como si fueran una lija atravesándola.
—Te desmayaste. —lo escucha aclararse la garganta. —Debería llegar en un momento el médico.
Taylor fue demasiado rápido, se sorprendió de haberlo sostenido antes de que su cuerpo se golpeará contra el piso.
Había dejado la clase a medias, tuvo que cargarlo y llevarlo hacia la cabaña, necesitaba estar en un lugar seguro, tranquilo.
Nadie se lo pidió, él lo sintió así.
—No. —se incorpora en la cama. —Estoy bien.
Sus ojos avellana se encontraron con la mirada preocupada de Taylor, tenía los ojos cafés brillantes, chocolatosos, una mueca se dibuja en su boca y el cabello lo llevaba despeinado, luce radiante.
Quién diría que Taylor podía ser buena persona.
—Debería revisarte el médico. —mueve los labios como si estuviera saboreando dulce.
—No, es... —se dejó caer en la cama de vuelta, jadeando por el contacto. —, por la alimentación.
La comida del campamento estaba basada en la alimentación y necesidades de los alfas, no en las de un omega.
Su cabeza dolía, sentía martillazos, todo giraba a su alrededor, se estaba mareando y aquel olor... solamente quería que desapareciera. No era un mal olor, pero era fuerte.
Las palabras de su padre hacían eco, como si saltará una alarma, una advertencia.
«La existencia del omega, juega un papel en la sociedad actual en actuar como "aglutinador social", ofreciéndolo como una presa fácil en los violentos momentos de juego, y calmando a otros individuos superiores en jerarquía en momentos de conflicto.
