Capítulo 38

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¿Mi héroe o mi verdugo?

Vivir lejos de su agresor y los recuerdos era, la mejor manera de sanar, según muchos. Fallaron en eso y en muchas otras decisiones. No se tomaron la molestia en buscar el fondo de los ataques de su hermano. Le ha costado mucho llanto y dolor descubrirlo, piensa Magda atada a una cama y sin poder moverse.

Confesó una verdad a medias, hasta en eso tuvo que ver su padre. Lo ha empezado a recordar, supone que las palabras dichas por Damián y Evy dejó en ella el gusano de la duda. Era traslada al estudio bajo pretexto de afianzar sus estudios, pero existían planes oscuros.

Asegurarse que no dijera lo que pasaba y, si alguien sospechaba, culpara a su hermano. Su piel sé achina y escalofríos recorren su cuerpo al recordar aquellos encuentros. Le ordenaba repetir quién era su agresor y las veces que erraba en los señalamientos era golpeada, dañada o manchada.

Una mentira repetida mil veces en medio de golpes se convirtió en verdad. A ambos los dañaba por separado, después juntos. Hasta que Evy llegó y en ella pudo ver una hermana. Su seguridad le agradaba y la manera que tenía de darle solución a las cosas le hizo querer protección.

La semilla del mal estaba sembrada en ella y cuando fue el momento de hablar, dijo aquello que debía. Su hermano era el culpable y ella víctima. Los ojos de todos estaban puestos en Damián y eso evitó que su padre lo buscara. Salvo Evy, nadie prestaba atención a la chiquilla y dado que su padre no figuraba un peligro, nadie vio con malos ojos que siguiera llevándola al estudio.

Asi fue hasta que fue el momento de partir. Con anhelo vio disminuir días que faltaban para su libertad. Ella no era libre, estaba presa en sentimientos dañinos y vulnerable a cualquier agresor.

¿Has vivido alguna vez en estado, constaste de miedo? ¿Has sentido que todo cuanto hay en tu vida puede destruirte? Algunos verán esos pensamientos como absurdos. Se sorprenderían en la cantidad de personas y las veces que llegan.

Magda se considera una de esas personas y fue esa condición lo que la hizo frágil e indefensa cuando conoció a Meltem. Una cría llena de miedos, lejos de casa y de la que se sintió atraída desde el primer día.

Por lo menos eso le hizo creer y ella tomó como cierto esa confesión. Hoy día no sabe, hasta donde llega la verdad y empieza la mentira.

De lo único que tiene certeza es que fue usada, abusada y maltratada. Rescatada por la última persona que consideró importarle y a la que le debe la vida.

Damián, el que duerme en una silla en este instante y no se ha despegado de ella en ningún momento. Si se ha quedado dormido es gracias a la bebida que Christine le dio y a la que según escuchó le dieron somnífero.

Le gustaría poder decirle que lo siente, que perdona el pasado y está dispuesta a enfrentar el presente, pero no puede. Ya es demasiado tarde, lo supo al ver la copia de ese cheque en esa estación. Todo tuvo sentido, las piezas que le faltaban a ese puzle llegaron y su castillo de princesa se hizo trizas.

Nunca supo cómo logró Meltem que su acusación no transcendiera. Ella fue el bálsamo que requería en sus heridas, en aquel tiempo, no era capaz de verla de otra manera. Ni siquiera cuando su madre llegó a la boda y le hizo ver lo malo de aquel matrimonio.

No era por su orientación, la que confesó, dudaba. Era la diferencia de edad, la manera que había presenciado la mujer la manipulaba, entre otras muchas cosas.

"— Tienes la posibilidad de sanar. Damián lo hizo, no tienes idea del príncipe que es. Hablaremos con él, si lo deseas. Meltem, no es una buena persona, por favor, reacciona."

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