Día 8. Fuerte de almohadas

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Una horrible escena se repetía en mi cabeza, siempre era el mismo sueño, cuerpos inmóviles, asesinados, era una pesadilla que noche tras noche tenía que soportar, el sentimiento de culpa, no entendía porque sentía eso, aquel extraño dolor en el pecho cuando miraba a esos pequeños era insoportable, se sentía tan real.

Cómo otras veces, me desperté acelerada, Yushiro notó ésto y prendió la lámpara de la cabecera, le dije que estába bien, pero por más que intentaba no podía conciliar el sueño, daba vueltas en la cama hasta el punto que me caí de está, el ruido lo volvió a despertar, se levantó para ayudarme y prepararme un chocolate, me quedé en la cama sentada, cuando él llegó, me entregó la taza.

—¿Otra pesadilla?.

—Si.

—lo supuse, también soñé algo extraño.

—¿Qué cosa?.

—Nada en especial.

Terminé de tomar mi chocolate, ninguno de los dos podía dormir y aún faltaba tiempo para que amaneciera, le pedí a Yushiro unas galletas que se encontraban en la mesa de la cocina, el aceptó.
Me escondí detrás de la puerta con una almohada, preparada esperé a que él llegará y cuando lo ví, le dí un fuerte de almohadas que lo tumbó al suelo, me sentía culpable pero me dió gracia y empecé a reír, pero de repente sentí un almohadazo, no era fuerte, le respondí y así terminamos en una guerra de almohadas, las plumas volaban, la habitación era un caos, tratando de retroceder, unas de las sábanas se enredo en mi pié provocando que tropezara y terminara sentada en el suelo, Yushiro se rió del accidente, me levanté del frío suelo para después darle un último almohadazo, con los cabellos despeinados, preparamos unas palomitas y caramelos para ver una película de terror en la sala, nos tapamos con una sábana, tal vez ver una película de terror a las 11:54 era una pésima idea, el poco sueño que nos quedaba se esfumó y acabo de marcharse cuándo la luz de un rayo se hizo presente, apagando todas las luces de golpe.
Prendimos unas veladoras para después revisar el serrojo de la puerta y como si no nos sirviera de lección, nos sentamos en el suelo de la sala para contar historias terroríficas, cuando nuestras mentes quedaron vacías, nos recostamos en el suelo, mirando al techo hasta que algo nuevo se nos ocurriera, pero los truenos no permitían que nos concentraramos, decidimos hablar sobre lo que haríamos al día siguiente, como si dar un paseo en el parque, ir al mercado para comprar la despensa o llevar a Chachamaru con el veterinario, las palabras empezaron a ser interrumpidas por pequeños bostezos y poco a poco nos quedamos dormidos en la sala, lo único que nos calentaba del suelo era la sábana, la tormenta empeoró pero no era lo suficientemente ruidosa para despertarnos, antes de quedarme completamente dormida le dí a Yushiro un último almohadazo como beso de la buenas noches, el se enojo y se alejó de mí pero me permanecí pegada a él como un chicle en el zapato.

Fluffytober 2023. La Musa PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora