[27] Call it what you want

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-Samuel-

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-Samuel-

Me encuentro frente al espejo. No es algo que me guste hacer, pero Sasha me ha animado a probar este ejercicio. Se trata de colocarte frente a tu reflejo y decir en voz alta todos los pensamientos que tienes sobre ti mismo. No entiendo cuál es el objetivo, pero alguno habrá considerando que una psicóloga me lo ha recomendado.

Sujeto el espejo de mano y me miro en él. No me gusta nada la cara que me devuelve la vista. Lo haría en el cuarto de baño, pero me siento más seguro en mi habitación. Además, así puedo vigilar a Ben, que está medio dormido en su cama al lado del escritorio.

—Esto me va a llevar un buen rato —mascullo sin poder sostenerme la mirada más de un par de segundos.

Ya entiendo por qué este ejercicio es difícil.

Bueno, será mejor que empiece por lo más sencillo. Lo que es evidente. A partir de ahí puedo ir escalando entre inseguridades y defectos.

—Se te dan mal las matemáticas.

La mirada que me devuelve el reflejo ya lo sabe. Suspiro y hago un esfuerzo por continuar.

—Te dicen que dibujas bien, pero en realidad lo que haces es muy sencillo. Cualquiera podría imitar tus obras.

Tras esto me cuesta más seguir mirándome. Aparto la vista unos segundos para digerir el pensamiento. Aunque me cueste asimilarlo, es cierto.

—No tienes ningún talento.

Hasta ahora esa ha sido la más fuerte. Y es que es muy difícil aceptar que no sirves para nada. Creía que desde hacía tiempo tenía superado esto, pero se ve que me sigue costando darme cuenta de que soy inútil. ¿Por qué continúo teniendo esperanza en mí mismo, por muy diminuta que sea? ¿Es que no he aprendido nada estos años atrás?

Me reprendo mentalmente a la vez que me flaquea la mano con la que sujeto el espejo. Afianzo el agarre y me fuerzo a seguir mirándome.

—Además de no tener ningún talento, eres feo.

Aparto los ojos del reflejo en cuanto la última palabra parece hacer eco dentro de mí. Qué complicado es esto. Sasha sabía lo que hacía cuando me mandó este ejercicio. Resulta que insultarte a ti mismo en tu cabeza es muy sencillo, pero ser capaz de pronunciarlo en voz alta frente al espejo no es tan fácil. De hecho, cuesta una barbaridad.

—Estás tan delgado que da asco, tienes ojeras y tu pelo es un desastre. No sé qué ve en ti Isaac.

La mención de Isaac hace que me detenga. Me ha salido solo, un nombre muy importante entre tantas ideas negativas. A él no le gustaría que me dijera estas cosas. De hecho, se enfadaría conmigo si pudiera escarbar entre mis pensamientos y descubrir qué se me pasa por la cabeza.

Viajo a la conversación del otro día, la misma en la que descubrí lo que ha hecho a mis espaldas. ¿Cómo se le ocurre presentarme al concurso de artes? Ha provocado justo lo que quería evitar: que la gente se fije en algo que he creado. Tengo el miedo de que cuantas más personas miren uno de mis dibujos, más probabilidades haya de que alguien encuentre un defecto.

Llámalo como quieras [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora