2. Cafés, mantas y panqués.

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Tal como sus padres habían planeado; se dividieron lugares. Primero dejaron a su madre en el gimnasio. Su padre iría al orfanato y "casualmente", muy "casualmente", Tweek serviría en la Iglesia. No era casualidad. Sabía bien que ellos continuaban apoyando esa antigua relación que alguna vez llegó a sostener con el ahora sacerdote, y por alguna razón mantenían la esperanza en que algo entre ellos volviera a suceder. Aunque era imposible, les había dicho múltiples veces que era algo ridículo si quiera de pensar, pero ellos seguían insistiendo e insistiendo de todas maneras.

— Buena suerte muchacho! — Dijo su padre cuando salió de la camioneta con cajas para la donación. Colocó un par sobre la nieve y subió pronto de nuevo a su auto.

— Espera, ¿no me vas a ayudar? Esto esta, agh, ¡está muy pesado!

Richard lo vio por un momento, después observó la iglesia detrás de Tweek y le sonrió. — No. ¡Mucha suerte! — Se despidió y arrancó la camioneta.

Los ojos del rubio se enfurecieron. Dejarlo frente a la iglesia solo y con un montón de cajas pesadas... ¿que esperaba su padre? ¿Que sucediera alguna situación de comedia romántica en la que de pronto apareciera Craig y lo ayudara? ¿Que después de tantos años hacer servicio en la iglesia los iba a unir de nuevo? Ridículo.

— ¿Ocupas ayuda con eso? — habló una voz detrás de él.

Giró instintivamente alarmado hacia atrás. Lo había tomado por sorpresa esa pregunta, pero no era Craig, era el otro sacerdote, el que estaba a cargo al parecer y el que era más viejo. Sus canas combinaban con la nieve y su sonrisa gentil llenaba de calidez la atmosfera.

— Gracias. — Dijo con una sonrisa cortés y amable. Pasó una caja a los brazos estirados del hombre. Las quemaduras en sus manos comenzaban a ser incómodas por el peso de las cajas, pero resistió lo más que pudo y entre quejidos bajos y muecas. — Uhh... Esta es de mantas. — Señaló la más grande. — Esta es de postres y esta de café. — Le sonrió al hombre que lo veía extrañado.

— ¿Postres?

— ¡Y cafés! ¡Cortesía especial de Tweek Bros! — Respondió con mejillas sonrosadas.

El hombre sonrió y un par de arrugas se formaron a los costados de sus ojos. Era un sacerdote amigable. Las veces que iba a misa solía tratarlo bien y en general era una muy buena persona. — Apuesto a que están deliciosos. — Dijo con total amabilidad. — Muchas gracias por traerlos.

Tweek esforzó una sonrisa con dientes, como esa que solía imitar de Clyde. — ¿Quiere que le ayude a repartir las cosas, padre? — Preguntó nervioso y queriendo ser útil ante la situación.

— ¡Claro! — Respondió dulcemente. Comenzó a caminar haca el edificio y le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera.

Tweek caminó detrás de él y observó su vestimenta negra, se perdió notando los detalles en las costuras y en la manera en la que el padre portaba su traje tan cómodamente. Tweek creyó que él jamás sería capaz de portar algo similar y eso le hacía respetar mucho al hombre frente a él.

Al llegar al interior encontró de inmediato gente en las bancas rezando. Se dirigieron hacia un salón que estaba detrás del lugar principal y ahí colocaron la caja de cobijas. De inmediato el padre comenzó a repartir las mantas y fueron de salón en salón proveyendo a la gente que dormía o estaba sentada en lugares cálidos.

Al seguirlo, Tweek sintió que el padre era una compañía muy agradable. A Tweek no le salía naturalmente ser sociable, todo lo contrario, pues cuando estaba alrededor de gente solía incomodarse y sentir mucha ansiedad. Pero algo pasaba con el padre que hacía que el rubio estuviera tan tranquilo. No sabía descifrar si era su voz madura, sus ojos puros o la manera en la que lo veía, con una especie de bondad y gentileza. Fuera lo que fuera, Tweek se encontró muy tranquilo en su compañía.

Por ti renuncio al cielo.Where stories live. Discover now