|| Capítulo 04 ||

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Thalía: Ok.

¿Era necesario responderle de esa manera tan fría y seca? ¿Ella qué culpa tiene de lo que le pasó a...?

Cállate, ella no tiene porqué terminar igual. Déjame en paz, conciencia, deja de meterte en mi vida.

Claro que me meto, luego soy yo quien no duerme.

No me interesa, el pasado es eso, pasado y Dankworth no tiene por qué ocupar su lugar.

Nunca dije que lo ocupara, ni siquiera la quieres como amiga.

Claro que no, la necesito lejos de mí.

Pues espero que te vaya bien con eso, porque mañana habrá clases de natación luego de clases y tendrás que estar con ella en el vestuario y en la piscina.

Mierda, las clases de natación. Lo había olvidado por completo.

Mañana será un día extenso y denso.

                                                      || ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||

Durante la noche no pude dormir, luego de hablar con ella, me aseguré de cambiarle el vendaje al colibrí y verificar que todo estuviera bien. Luego lo coloqué dentro de la caja de zapatos vieja y se quedó dormido, pero la verdad, la que no pudo dormir, fui yo.

Hoy iba a ser un día muy agotador, muchas emociones juntas y la verdad no sabía si estaba preparada para volver al agua.

Preparé mis cosas para la práctica de natación, en la cual seguramente hoy nos harían pruebas para ver que tan veloces y habilidosos somos. Luego llega el descarte y solo quedan los mejores para competir con otras universidades.

—Vengo más tarde, pequeño —el colibrí silbó.

Al bajar a la cocina mi madre estaba en una llamada telefónica, para no interrumpirla y para escapar de sus preguntas sobre ayer, tomé una manzana y las llaves que estaban sobre el mueble de madera.

Al acercarme a la puerta oí como mamá estaba por finalizar la llamada. Rápidamente coloqué la llave en la cerradura, le di dos vueltas y cuando por fin creí que estaría libre de preguntas, dijo mi nombre.

Ahora sí, estamos muertos.

—Dime que sucedió ayer y no me digas que nada, te conozco muy bien, hija —rodé los ojos.

No lo suficiente, mamá.

Ella estaba detrás de mí y yo le estaba dando la espalda. ¿Para qué contarle? Ella no resolvería nada, como siempre.

—Nada —dije con firmeza.

Ella se acercó a mí lentamente, colocó su mano en mi hombro y me di media vuelta. Me abrazó fuertemente, como hacía tiempo que no lo hacía y por un momento pensé en devolverle el abrazo, pero ¿de qué serviría? Si cuando más la necesité me dio la espalda.

Al notar que no la estaba abrazando, se apartó lentamente y pude observar que en sus ojos color avellana, había tristeza.

—Sé que no fui la mejor madre de todas, pero si necesitas hablar estaré para oírte, ¿sí?

—¿Cómo cuando tenía trece años? ¿Me escucharás de la misma forma? No gracias —estiré mi brazo y abrí la puerta para largarme de allí.

Bajé los tres escalones, saqué mi celular y mis auriculares de mi mochila. En mi celular entré a la aplicación en donde tenía guardada mi música y puse Faded, de Alan Walker, una canción con la cual me sentía identificada.

EL PRECIO DE LA LIBERTAD [LGTB]Where stories live. Discover now