|| Capítulo 03 ||

63 21 56
                                    

—¡Pero, mamá!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Pero, mamá!

—Nada de peros, Thalía —espetó autoritariamente—. Esa chica fue muy amable contigo y si ella te ofreció estar en el equipo, lo menos que puedes hacer es aceptar.

—Mamá, no sé si estoy lista. Hace años que no estoy en una piscina, no será fácil.

Mi madre se acercó a mí y me abrazó como si fuera una niña pequeña asustada y en parte sí lo estaba. No era fácil para mi admitir que algo me daba miedo, porque había sufrido muchas cosas en mi vida como para temerle a algo, pero el agua, era algo de lo que no podía huir.

Para los demás era estúpido que alguien le temiera al agua, pero para mi tenía mucho sentido. Ya había ido a terapia en el pasado y aunque me había ayudado un poco, la doctora dijo que nunca podría superar mi miedo si no lo enfrentaba y según mamá, esta era la oportunidad perfecta.

—Lo estás, hija...

No sé porqué, pero mamá tenía un poder sobre mí que nadie tenía. Con ella podía sentirme protegida y podía llorar sin importar el motivo. Sin poder controlarlo, sentí mis mejillas calientes y me di cuenta que las lágrimas estaban cayendo lentamente.

—¿Cómo estás tan segura?

Nos separamos un poco y me acarició la mejilla dulcemente.

—Eres una chica valiente, Thalía. Pasaste por cosas peores que el miedo al agua.

—Lo sé, pero esta vez será diferente, porque si me sucede algo, toda la universidad se reirá de mí.

—Eso no pasará, todo irá bien, hija. Por cierto, ¿Cuándo terminan las inscripciones?

—Hoy, según Dankworth.

—Entonces en cuanto puedas, anotate.

—Bien, estaré en el equipo —dije de mala gana.

                                        || ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||

Había llegado a la universidad y todavía no había visto a Dankworth. Y aunque hubiera venido, estoy segura que no se acercaría a mi, como le dije.

Era extraño, pero se sentía raro no tenerla todo el tiempo a mi lado, cada vez que veía al pequeño colibrí, recordaba la llamada que habíamos tenido y no entendía porqué me había ayudado.

No estaba acostumbrada a recibir ayuda de nadie, de hecho, estaba acostumbrada a que nadie quisiera ayudarme. Muchos decían que mi "enfermedad" podía contagiar a los demás y generalmente por eso nadie se ofrecía a ayudarme.

Transitar el período de la secundaria no fue nada fácil para mi, no solo por los problemas que tuve, sino por el desprecio de los demás.

Llegué al pasillo y observé la lista de los que se habían anotado.

EL PRECIO DE LA LIBERTAD [LGTB]Where stories live. Discover now